México está totalmente inmerso en una transición de poder, de un presidente muy popular y con rasgos autoritarios a la primera presidenta en la historia de México. Aún no está muy claro qué clase de presidenta será Claudia Sheinbaum; si seguirá, como hasta ahora, las instrucciones y políticas de Andrés Manuel López Obrador o si, como sugiere la historia, romperá en algunas cosas con su antecesor, sentirá lo que es el poder a la mexicana e impondrá su estilo personal de gobernar. Pero lo que no ha cambiado es que en México siguen matando a muchos mexicanos y nada parece funcionar para evitarlo.
Las noticias, lógicamente, están concentradas en cómo AMLO está buscando cambiar las leyes y la estructura gubernamental, durante las últimas semanas de su mandato, para que sus políticas se queden cuando él ya no esté. Es una cuestión de ego y de legado. Pero que erosiona a la joven e imperfecta democracia mexicana.
Y mientras se da esta pelea, la matanza en todo el país continúa. No ha habido tregua ni una señal de esperanza tras la elección de la primera presidenta. Las balas, como siempre, han acabado con los abrazos.
Mi principal crítica a este sexenio no es un secreto, han sido los muertos. Ya van más de 180 mil homicidios dolosos desde que AMLO tomó posesión, según cifras oficiales. El de López Obrador será recordado como el gobierno de la violencia. Nunca en la era moderna hubo tantos muertos en un sexenio, ni tantas excusas y explicaciones estadísticas para justificarlos.
Al final de cuentas los muertos son los muertos y, señor presidente, no hay otros datos. Según las cifras, en abril mataron a 2,616 mexicanos, en mayo fueron 2,657 muertos y en junio, el mes de la elección, esa cifra subió a 2,676. Y en esos fatídicos números pudimos haber estado cualquiera de nosotros o nuestros familiares y amigos. Pero AMLO los ha normalizado y en las mañaneras nos quiere hacer creer que eso es lo normal y que, además, vamos bien. No, no vamos bien. Más de 80 muertos en promedio, por día, no es ir bien en ninguna parte del mundo.
López Obrador insiste en que ellos, los de su gobierno, no son iguales a los de gobiernos anteriores. Pero estadísticamente sí lo son, de acuerdo con cifras de la organización Artículo 19. Durante el sexenio de AMLO han asesinado a 47 periodistas, los mismos que mataron durante el gobierno del priista Enrique Peña Nieto, y casi los mismos que los 48 que murieron durante la presidencia de Felipe Calderón. México es tan peligroso o más que zonas de guerra para ejercer el periodismo independiente. Y mis respetos a todos mis colegas en México que se juegan la vida todos los días para reportar la verdad.
El asesinato hace unos días en Celaya del periodista Alejandro Martínez fue particularmente significativo. Le dispararon desde un auto en movimiento, y murió dentro de una patrulla con dos exagentes que lo debían haber protegido. Martínez publicaba en Facebook sobre temas de seguridad, venía de una cobertura y era conocido como el "Hijo del Llanero Solitito". Y así como él, muchos periodistas en México se sienten solos y desprotegidos ante los narcos y los criminales.
No conozco a nadie en México que crea que las cosas están mejorando respecto a la violencia. La reciente carta del "Mayo" Zambada, dada a conocer por su abogado, muestra con lujo de detalle cómo los principales capos de la droga en México controlan parte del territorio y son los líderes de facto en sus regiones, no el ejército, ni el gobierno mexicano. Fue llamado, dijo "el Mayo", a "ayudar a resolver diferencias entre los líderes políticos". ¿Por qué "el Mayo" y no López Obrador?
Esto significa dos cosas: una, que las cosas en México van a empeorar antes de mejorar; y dos, que estamos ante un problema que va a requerir décadas para solucionarlo y una estrategia conjunta de todos los mexicanos y partidos políticos. No será fácil, barato ni pacífico el esfuerzo para quitarles el poder, su dinero y sus territorios a los narcos.
Desde luego, hay que darle a Sheinbaum el tiempo y el espacio para gobernar. Pero no mucho y no es un cheque en blanco. Millones de mexicanos votaron por ella porque creen que puede resolver - o aminorar - el principal problema del país: la violencia que le lega López Obrador.
No más mujeres asesinadas o desaparecidas. Ese debe ser el lema de su sexenio.
Así, mientras la clase política está enrollada en una guerra por sus pedacitos de poder, en México continúan cayendo los muertos.
Es la matanza permanente.