El mundo está tan obsesionado con los momentos de felicidad, belleza, éxito, plenitud, paz, optimismo, orgullo, excitación, fe, confianza y diversión, en fin, esos momentos que se vuelven tan virales nuestras redes sociales, y que nos convencen de que emociones como la ansiedad, el miedo, los celos y el enojo son tan terribles que debemos ignorarlos a toda costa para no mostrar debilidad de carácter y, sobre todo, para demostrar que se tiene la vida soñada, el paraíso, la tierra prometida.
"No caigas en la tiranía de la felicidad que muchas veces intentan imponernos, pues, paradójicamente, es una fuente inagotable de frustración emocional y te empuja a rechazar todo lo que no sea placentero".
Leí alguna vez en un texto que ya no recuerdo del todo. Pero que me hizo reflexionar acerca de cómo tenemos glorificadas todas esas emociones "positivas" y tan por el otro lado tenemos tan satanizadas las emociones, esas mal definidas como "negativas", que son como un dolor de cabeza esas que al final del camino nos avisan que hay algo mal en el cuerpo y hacen falta algunos reajustes para continuar la fiesta de la vida sin molestias.
Esa incomodidad, de cuando tenemos esas emociones "negativas" nos indican la necesidad de movimiento, por eso reconocerlas es necesario, es útil y te acercan al autoconocimiento, indispensable para la verdadera felicidad, tan lejana del optimismo irracional, por no decir estúpido.
Sí, todo muy lindo, hay que saber identificar esas emociones que nos hacen movernos de nuestra zona de confort, pero ¿Qué utilidad, concretamente, pueden tener esas emociones que tanto nos molestan? Aquí te doy algunas ideas que, si bien no son las únicas ya que tú, con tu experiencia, encontrarás las tuyas, sin lugar a dudas te ayudarán a no hacerlas a un lado:
La tristeza nos sirve para: Provocar una pausa en la búsqueda de alternativas nuevas para mejorar el estado de ánimo. Ayudarte a valorar la alegría y la paz que sí experimentas y a veces das por sentadas. Predisponerte a la reflexión en silencio. A veces trae junto consigo al llanto, esa excelente válvula de escape que ayuda al cuerpo a relajarse después de la tormenta.
El miedo nos sirve para: Conservarte con vida y con el cuerpo íntegro en situaciones de peligro. Enseñarte a tener cautela en situaciones presentes que se parecen a las del pasado y resultaron desastrosas. Ponerte en estado de alerta, afinar los sentidos, los instintos y así darte una perspectiva distinta.
Los celos nos sirven para: Librarte de relaciones en las que la pareja no cumple con tus estándares mínimos de convivencia. Ponerte a buscar estrategias nuevas para volver a enamorar a tu persona amada. Motivarte a lograr algo con la inspiración puesta en el éxito de alguien más.
El enojo nos sirve para: Ayudarte a no aguantar situaciones injustas o a personas que se aprovechan, dañan, mienten. Impulsarte a poner límites. Detonar la realización de ideas abandonadas en la necesidad de demostrarle a alguien que sí puedes.
La ansiedad nos sirve para: No permanecer en una zona que parece cómoda y en realidad no te hace sentir a gusto. Conservar la curiosidad, la energía del descubrimiento, la sed por los hallazgos. Modificar aquellas actitudes o hábitos que no están funcionando. Cerrar ciclos del pasado que requieran de un desenlace para extraer de ellos el aprendizaje que nos ayude a avanzar en el presente y el futuro y dejen de ser anclas de dolores antiguos. Hay que recordar que la vida es emocionante, que la incertidumbre es parte de tomar decisiones, ejecutar planes y utilizar el cuerpo para experimentar el mundo.
El común denominador de estas emociones es la incomodidad. Los seres humanos crecemos, aprendemos, avanzamos en la incomodidad. ¿Por qué alguien habría de querer cambiar un estado de perfecta calma, por el caos?
Reconocer las emociones no es debilidad: es fortaleza, porque no hay alguien más fuerte que aquella persona que ya pasó por el intenso contacto con sus peores demonios, los conoce y en lugar de dejarse derribar o esconderlos en el closet como esqueletos, los invita a tomar café de vez en cuando.
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