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Salir del bache

Julio Faesler

El final del sexenio de López Obrador se caracteriza por la confusión en que quedan todos los elementos que lo integran. Cada uno de los intentos de cambio de la 4T, con excepción de la exitosa estabilidad financiera y económica lograda, han resultado en una tanda de frustraciones que la historia se dedicará a registrar.

La principal de todas ha sido dejar al país sumido en un baño de sangre jamás en los hoy tan criticados sexenios neoliberales. Las estadísticas condenan la estrategia de los abrazos que fomentaron las mafias que aprovecharon su indulgencia política para adueñarse de una porción importante de la República, alimentándose de fuentes asiáticas y sudamericanas, extendiendo sus tentáculos por toda Europa y Estados Unidos.

Lo anterior, agravado con la complejidad del fenómeno migratorio complicó la relación bilateral con Estados Unidos, más aún con la política de admitir tardíamente de que somos proveedores de fentanilo, además de ser lentos en los arrestos de capos y operadores de los cárteles.

La vergüenza del sexenio ha sido el tema de salud. Tras no responder al reto del Covid, aunado a la desaparición del seguro popular luego de prometernos una salud al nivel de Dinamarca, López Obrador respondió a la carencia de medicamentos con una fantasiosa multifarmacia inexistente. Mientras tanto, los enfermos aumentan, las clínicas y hospitales inoperantes por la falta de presupuesto para personal, mantenimiento y equipo.

La otra prioridad nacional importante, la educativa, se ha colapsado con escuelas en ruinas y maestros sin un sueldo digno. La distribución caótica de libros de textos que cínicamente cambian la historia y reducen la enseñanza matemática de 244 páginas anteriores de estudio de primer grado, hoy quedan sólo en 24. Los "expertos" dicen que no se necesitan más conocimientos en la vida.

El comercio exterior, por su parte, abandonó la meta de diversificación. La exportación agrícola subió en frutas y legumbres mientras que aumentó la importación de granos. Los supermercados se llenan de comestibles importados a precios más baratos que los nacionales que debieran ofrecerse a un creciente mercado interno.

La política de Amlo nos confirmó la condición de mero engranaje en la estrategia hegemónica de Estados Unidos. El TMEC nos lleva a conquistar primera posición de abastecedores de la economía norteamericana, en lugar de fortalecer la independencia socioeconómica de México y una articulación con Centro y Sudamérica que por el contrario, no son vistas por Amlo, sino como socios de su trama amistosa con países semi socialistas miembros del Grupo Puebla sin un futuro.

Sin una política industrial nos encontramos en manos de la inversión extranjera que aprovecha nuestros recursos materiales y de mano de obra sin que el gobierno estimule a las PYMES que conforman el 95% de nuestra fuerza laboral. Urge reformar la política de acuerdos comerciales para convertirlos en promotores de artículos y no en canales de importaciones.

En medio ambiente el gobierno ha favorecido a los combustibles fósiles en lugar de estimular las energías limpias con las oportunidades tecnológicas siempre cambiantes y perfeccionables.

La estrategia económica y social debió sembrar al país de numerosos polos de investigación y desarrollo apoyados por el gobierno. En lugar de esto, se realizaron obras faraónicas hasta el agotamiento presupuestal que respondieron únicamente al capricho presidencial. Carentes de transparencia y hasta el grado de calificarlas con la ficticia etiqueta de "seguridad nacional" que las blinda de cualquier juicio durante los próximos años.

La reiterada insistencia de López Obrador al afirmar que la corrupción se ha eliminado es una falacia destinada a hipnotizar al pueblo sabio. En realidad la reiterada intención de Amlo es la de dividir a la ciudadanía en adeptos y adversarios, perdiéndose así del inmenso potencial de la

Producción y no de "mera productividad estadística", que nos habría dado las fichas con que jugar en el gran tablero mundial competitivo que corresponde a nuestra posición geográfica, importante población y amplitud de recursos.

Sin duda ha faltado un verdadero nacionalismo valiente y creativo en el empresariado mexicano que podía haber sido estimulado por un gobierno unificador y no de confrontación.

Se necesita una oferta política realista alejada de la mediocridad de un régimen socialista que deja al país más endeudado que nunca. No se quiere la continuación de la visión que nos ofrece Amlo a través de su candidata que nos hereda.

La única opción realista que se nos ofrece el 2 de junio es recobrar el dinamismo de la confianza en nosotros mismos. México merece salir de este bache al que Amlo nos ha destinado.

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