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Toma la llamada luego de impartir clases de piano en el Musik Konservatorium de Berna, en Suiza, ciudad donde reside desde el año 2016. El músico lagunero Ricardo Acosta Murguía se encuentra de manteles largos, pues el Municipio de Torreón lo ha condecorado con la Medalla Magdalena Mondragón de la convocatoria Ciudadanía Distinguida 2024, la cual sera entregada a sus padres este viernes en la Plaza Peñoles del Museo Arocena, en el marco del 117 aniversario de la ciudad.
La Medalla Magdalena Mondragón está dirigida a todo ciudadano torreonense que haya destacado en los ámbitos del arte, la cultura o la literatura. Lleva el nombre de una de las plumas más importantes de Torreón, misma que en 1950 se convirtió en la primera mujer en dirigir un periódico en México. Ricardo Acosta reconoce el peso de ese nombre y recuerda emocionado cuando le dieron la noticia.
“La primera impresión fue de sorpresa. Yo soy de la idea de que estos reconocimientos los aprecian mucho y llegan porque, de alguna manera, uno disfruta lo que hace. Es como un círculo de buenas intenciones, de querer hacer las cosas bien”.
Nacido en Torreón, en 1993, se trata de un músico muy joven. Formado en un principio ante la instrucción de la maestra Mariana Chabukiani y con la guía de Ramón Shade, Acosta ha logrado estudiar con otros grandes de la talla del pedagogo Barry Snyder, los compositores Ricardo Zohn-Muldoon y Carlos Sánchez-Gutiérrez, el pianista Tomasz Herbut y el director de orquesta Florian Ziemen.
Graduado de la Universidad de las Artes de Berna, su talento lo la ha llevado a presentarse en latitudes como Estados Unidos, República Checa, Tailandia, Rusia, Francia, Suiza y, por supuesto México, donde en Torreón ha sido solista y dirigido a la Camerata de Coahuila.
“La carrera de artista no es como una flecha que va hacia adelante, más bien es como un árbol que va expandiendo sus ramas, creciendo, no sólo hacia arriba, sino a los lados, volviéndose más robusto. Este tipo de condecoraciones me alegran mucho y me impulsan a seguir con un nivel, explorando, descubriendo cosas en el ámbito musical”.
Su genio lo avala. Ricardo Acosta no sólo es un pianista virtuoso, también se desempeña como director de orquesta, pedagogo y compositor. En mayo pasado pudo estrenar su primera ópera titulada ‘El perro perdido’, una obra breve de 30 minutos que montó en la Sala de Conciertos Hotel Jardín de Berna, junto a la Sinfonietta Bern. Hoy dirige a la Berner Konzertum Orchester, la cual tendrá su primer concierto el próximo 30 de noviembre en Suiza.
“Soy muy creyente de que antes, los compositores o pianista (te hablo de la época de Liszt, de Chopin, de Beethoven, de Mozart, se tenía que ser eso: tú eras maestro, eras director, eras compositor, eras músico. Yo me siento músico, no me siento ni una cosa ni otra y esa así como ellos se veían en esa época dorada de la música. Desgraciadamente, por los conservatorios se intentó meter en cajitas a la gente. Yo estuve mucho tiempo nada más sintiéndome pianista, pero dije que no, se trata de complementos el uno del otro y lo que quiero ser es un músico completo que pueda ser competente en varias cosas”.
Enfatiza que la música es una necesidad que nace de su interior. Recuerda que uno de los maestros le comentó: “Qué bueno que me pagan, pero yo lo haría gratis”. Acosta concuerda con esa postura, dice que él haría lo mismo, sin dudarlo. También afirma que las enseñanzas de Mariana Chabukiani todavía resuenan en él cada que sube a un escenario.
“Sí, todos los días. Es innegable. Mariana, aparte de la escuela pianística que me dejó, que es una escuela infalible, es tremenda y todavía mucha gente me pregunta: ‘¿desde cuándo tocas así? ¿Quién fue tu maestra?’. Eso ya me lo decían cuando estaba más joven, cuando llegaba a estudiar a Estados Unidos. Ya traía una técnica y sensibilidad por la música, un conocimiento, que gente que estudiaba a novel superior preguntaba quién fue mi maestro o maestra, porque ese tipo de cosas se enseñan a temprana edad y se tienen que enseñar bien”.
Ricardo Acosta tiene pensado visitar La Laguna en diciembre para pasar las fiestas de fin de año con su familia y programar conciertos en febrero de 2025.
“Me siento más curioso que nunca, más interesado que nunca por la música en general. No siento que soy experto en nada. Es como una falacia: mientras más sabe uno, más se da cuenta de que no sabe nada. Y en ese sentido me identifico un poco con Brahms, porque hace poco leí que se sentía estudiante toda su vida”.