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¿Quién dominará el mundo en el siglo XXI?

Arturo González González

A inicios de los 60, el sociólogo, economista y teórico marxista alemán, Fritz Sternberg publicó el libro ¿Quién dominará la segunda mitad del siglo XX? El mundo se encontraba en plena Guerra Fría. La era bipolar estaba en auge. Estados Unidos y la Unión Soviética, como grandes ganadores de la Segunda Guerra Mundial, habían formado dos bloques políticos, ideológicos y económicos enfrentados y relativamente cerrados. Era natural y legítimo plantearse la pregunta con la que Sternberg tituló su libro. En el apéndice de la edición española publicada en 1963 Sternberg hizo notar una tendencia: el bloque occidental, encabezado por EUA, se encontraba en mejor posición para afianzar un dominio en el mundo basado en su poder militar, político y económico.

Casi una década después, en 1972, el historiador belga Jacques Pirenne publicó el décimo y último tomo de su monumental obra Las grandes corrientes de la historia. Para este autor era más que obvia la ventaja que EU y el bloque occidental en general tenían sobre la URSS y el bloque comunista. El tema, para Pirenne, era cómo se configuraría el equilibrio de fuerzas en el mundo, cuáles organizaciones jugarían un papel relevante y qué poderes serían determinantes.

Pirenne vio tres elementos que, a su juicio, se volverían determinantes: la demografía, la ciencia y tecnología y el neoliberalismo, que comenzaba a crecer como opción en ciertos círculos de la élite de Europa Occidental y EUA. Los poderes político y militar adquirieron un nuevo cariz con el peso de la población y el avance técnico en los mecanismos de control y fuerza. Y en el caso del poder económico, también experimentaba una transformación por el desarrollo científico y tecnológico en todo el mundo, y en Occidente por la irrupción del modelo neoliberal.

En Globalistas (2020), el historiador canadiense Quinn Slobodian narra el desarrollo del neoliberalismo como concepto renovador del capitalismo en el siglo XX desde la década de los 30 hasta finales de la década de los 80, cuando triunfó en todo el mundo. La premisa de los globalistas neoliberales era blindar la economía internacional de la injerencia política. Es decir, que los estados nacionales hicieran las reformas legales suficientes para evitar que en el futuro las decisiones políticas de los gobiernos o los reclamos de la población afectaran el libre flujo de capitales, bienes y servicios a través del mundo.

Con la aplicación de la receta neoliberal comenzó una nueva época de globalización, la más amplia y profunda de la historia, que tuvo como una de sus características principales la independencia y encumbramiento del poder económico, antes subordinado al poder político de las grandes potencias. Es la época en la que los corporativos transnacionales se vuelven más ricos y más fuertes que la mayoría de los estados del mundo. La economía se convierte en un elemento de poder en sí mismo.

Con la hiperglobalización neoliberal comienza también el traslado del eje económico mundial desde el Atlántico Norte hacia la región oriental de Asia. Este movimiento de suma trascendencia histórica es explicado por el economista y sociólogo italiano Giovanni Arrighi en su libro El largo siglo XX (1994). La migración de inversión y finanzas se dio por oleadas: primero hacia Japón, luego a los cuatro "tigres asiáticos" (Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong), después hacia la ASEAN, para consumarse en China.

Arrighi advierte que la principal consecuencia de este movimiento es la dislocación de los poderes militar y económico. La potencia que detentaba entonces la hegemonía global, EUA, sólo conservaba su primacía militar, pero ya no la económica. Y esto abrió la puerta a la realidad del mundo que hoy vivimos: una realidad de competencias, rivalidades, conflictos y caos, en la que ya no existe un solo poder dominante.

Esta realidad es muy bien descrita por el politólogo estadounidense Ian Bremmer en su charla TED de abril de 2023 en Vancouver, Canadá, The next global superpower isn't who you think. Bremmer dice que el mundo actual está configurado de la siguiente manera: existe un orden unipolar en el factor militar, un orden multipolar en el económico y un orden tecnopolar en el tecnológico. ¿Cómo es esto?

El poder militar lo detenta la OTAN que lidera EUA y tiene socios en todos los continentes. El poder económico, en contraste, está distribuido entre varios países o bloques: Norteamérica, China, la Unión Europea y la India, principalmente. En cuanto al poder tecnológico, atestiguamos un acontecimiento inédito: las grandes empresas tecnológicas se han convertido en un poder en sí mismo que compite con el poder político de los estados nacionales.

Bremer advierte que el orden tecnopolar tiene una injerencia cada vez mayor en los otros dos órdenes. De los gigantes tecnológicos depende el éxito o fracaso de una incursión militar y el anuncio de sus inversiones pueden levantar o deprimir la economía de un país o una región. Pero quizá la injerencia más peligrosa, dice Bremer, es el socavamiento de la democracia debido al creciente poder de los algoritmos en el ciberespacio.

Uno de los profetas centrales de esta nueva era es el economista griego Yanis Varoufakis, quien ha escrito sobre el peligro de este nuevo orden tecnopolar que él ha bautizado como tecnofeudalismo. Advierte que el capitalismo de mercado tal y como lo conocimos en los últimos 40 años ha muerto para dar paso a un nuevo modelo capitalista de la nube, ecosistemas digitales cerrados que moldean el comportamiento de los usuarios cuyas únicas opciones están dentro de la nube ciberespacial que ofrece cada empresa tecnológica.

Para Vaorufakis, el poder de decisión del consumidor que, al menos en teoría, era la base del capitalismo de mercado, ha cedido frente al nuevo rol de siervos de la nube en el que nos hemos convertidos como habitantes virtuales de los señoríos tecnofeudales. Y si no se puede ya decidir libremente dentro de un mercado de competencias, tampoco se puede dentro de un régimen de competencia democrática.

¿Quién dominará, entonces, el mundo en el siglo XXI? Las tendencias actuales apuntan a una creciente fragmentación de la economía global en tres bloques principales: Norteamérica, Europa y Asia Oriental. Si los estados no logran poner límites a los gigantes tecnológicos, estos seguirán acumulando poder económico y capacidad de disrupción. En lo militar, el poder de fuego convencional y nuclear de la OTAN, Rusia y China ya no es un elemento disuasivo suficiente para evitar un choque catastrófico. Pirenne apuntaba una ruta hacia un nuevo equilibrio mundial: la comunicación, el acercamiento y el entendimiento cada vez más estrecho de los pueblos y ciudadanos de cada estado que obliguen a sus gobiernos a construir puentes, no a destruirlos.

urbeyorbe.com

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