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Posada

J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

Esta palabra proviene del verbo posar, que significa detenerse, soltar la carga que se trae a cuestas para descansar y tomar aliento.

Posar también se utiliza para designar el hecho de que algunas personas se paran ante un artista plástico (pintor, escultor, fotógrafo, etcétera) para que haga un trabajo con quien funge como modelo. Es claro que, en este caso, también el que posa se detiene, se asienta.

La voz a que nos estamos refiriendo procede del verbo latino Pausare que significa detenerse. A su vez, esta palabra latina se derivó del verbo griego Paueo, cuyo significado es cesar o apaciguar. El que se posa o el que posa para un pintor también hace una pausa en el movimiento, cesa sus actividades y se queda quieto.

Las posaderas son parte de la anatomía humana. Están formadas por grasa y músculo grueso que ayudan a sostener el cuerpo al estar sentado. Con ellas posamos y reposamos. En cambio, los posaderos son personas que tienen una posada o se encargan de ella.

A su vez, las posadas son esos establecimientos que desde hace muchos siglos sirven a los viajeros para que descansen del camino, para que dejen de caminar y pasen la noche en una agradable cama que les dé reposo en el ajetreo del viaje. Posada y reposo vienen de la misma raíz, entonces entendemos que quien recibe posada reposa tranquilamente.

En el libro de Don Quijote de la Mancha, las posadas desempeñan un papel fundamental, pues sirven como escenarios clave para muchas de las aventuras y encuentros del ingenioso hidalgo. Debido a su ferviente imaginación y su obsesión por los libros de caballería, el jinete de la estampa taciturna transforma las humildes posadas en majestuosos castillos. En su mente, los posaderos se convierten en alcaldes, las mozas en doncellas y los establos en cuadras para sus corceles.

En los libros del Antiguo Testamento, Yahvé prescribe dar posada a los peregrinos. Aquí no se trata de lugares específicos donde se hospeda la gente, sino de los hogares de los hijos de Israel, quienes se obligan moralmente a ofrecerlos para descanso y protección de las personas vulnerables. De hecho, no eran lugares cómodos ni con recursos abundantes, sino todo lo contrario, se limitaban a lo que tenían los dueños de la casa para compartir con sus huéspedes.

En los tiempos del Nuevo Testamento ya existían las posadas con instalaciones más cómodas. Según el relato de San Lucas, María y José buscaron uno de estos lugares para instalarse en Belén, lugar de nacimiento del Rey David, para asistir al censo al que fueron convocados, pero no encontraron ninguna hospedería disponible, por lo que tuvieron que alojarse no en una posada, sino en un establo, algo no muy inusitado en esos tiempos y en esa cultura.

Pedir posada es lo mismo que pedir alojamiento, solicitar pasar la noche en una habitación temporal. Eso era lo que buscaban los futuros padres del Redentor.

En los tiempos del virreinato en México, los misioneros acostumbraron a los mexicanos a conmemorar los hechos previos al nacimiento de Cristo, y para hacerlo eficientemente, inventaron las posadas, novenario en el que los participantes, formados en columna, al igual que José y María piden alojamiento cómodo por esa noche, y como se les niega, lo solicitan una y otra vez en diferentes lugares, hasta que, por fin, les dan tan esperado servicio en la última casa a donde acuden quienes participan en la procesión. La caminata es acompañada con letanías, villancicos y otras piezas musicales propias del tiempo navideño, lo que le da una mejor ambientación a la conmemoración.

La fervorosa y devota celebración se acostumbró durante más de cuatrocientos años, hasta que, con la segunda mitad del siglo veinte, llegó la modernidad y la mayoría de la gente cambió el festejo religioso por festividad neutra o laica, sin relación con los hechos salvíficos que se recuerdan por estas fechas. En algunos casos extremos, esta conmemoración se ha transformado en pachangas excesivas donde se consume alcohol inmoderadamente además de fentanilo y cristal o cocaína, según la situación socioeconómica de los festejantes. La sociedad evoluciona y aunque algunos aspectos de las costumbres permanecen, otros se modifican y las tradiciones cambian, a veces hasta ignorar o negar lo que originalmente se celebraba.

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