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Diálogo

¡Oxitocina!

YAMIL DARWICH

Hace un año dialogamos sobre la "química del amor", refiriendo los efectos de los procesos metabólicos de los seres humanos, quienes debimos aprender con el paso de los años la importancia de tal sentimiento en las relaciones de pareja, familiares y sociales.

Ahora, la revista de Neurociencia, da espacio a un trabajo de la Universidad de Australia del Sur, donde confirman la acción de la hormona oxitocina en eso muy humano del sentirse enamorado.

Es una hormona sobradamente conocida y utilizada en el campo de la práctica médica, particularmente por los ginecobstetras, quienes aprovechan sus particularidades para estimular a los músculos lisos del cuerpo y hacerlos contraerse y dado el caso, estimular al útero cuando no es suficientemente efectivo durante el trabajo de parto.

La produce una glándula del cerebro llamada hipófisis, que además produce otras varias hormonas y vierte su contenido a la sangre.

Los médicos conocen la acción de otras hormonas de la hipófisis, caso de la somatotropina, que favorece el crecimiento corporal y al faltar se produce una enfermedad llamada Enanismo Hipofisiario; otra de ellas es la folículo estimulante, que participa en la producción de óvulos en las mujeres; o la melatonina, que influye en los procesos del sueño, también, después de un proceso bioquímico, da lugar a la melanina, causante de la coloración en la piel.

Desde el último tercio del siglo anterior, a la oxitocina se le ha encontrado otras acciones con las que nos afecta: es una sustancia llamada neuro moduladora del sistema nervioso central -el cerebro-, que participa en los desempeños que tenemos en relación al manejo de los sentimientos, la lívido -apetito sexual- y hasta la afectividad para la relación entre familiares.

Los investigadores australianos reportaron haber encontrado en un estudio que practicaron a 1,556 adultos jóvenes quienes se identificaron como "enamorados", centrándose en sus respuestas emocionales hacia sus parejas, que el amor romántico conduce a cambios en la actividad cerebral, haciendo que la (el) amado sea el foco central de su vida.

Con anterioridad, algunos otros neurofisiólogos investigadores, habían encontrado otras consecuencias fisiológicas con los efectos de tal hormona, entre ellas, al presentarse la desensibilización -baja o pérdida de respuesta a los efectos de la oxitocina- se justifica los porqués de la separación de las parejas luego de pasado un tiempo. ¿No le parece interesante?

Existen otras sustancias estimulantes muy sorprendentes, que participan en los procesos emocionales de los humanos, caso de la dopamina -neurotransmisor del Sistema Nervioso Central-, que trabaja en la regulación de la conducta, emotividad y la afectividad, todo a partir de modular la transmisión del impulso eléctrico entre neuronas.

Para el caso de los varones, sin duda el óxido nitroso, un gas que puede llegar a ser tóxico, que regula el tono vascular, los procesos inflamatorios, el metabolismo de las grasas y participa en el control de la coagulación -no confundirlo con el nítrico-, permite la erección del pene para que penetre en la vagina durante el coito. Actualmente, tal conocimiento se aplica en medicamentos útiles para la disfunción eréctil del varón.

Desde luego que tales descubrimientos nos ayudan a entender el comportamiento humano, sin embargo, tienen la crítica del "cientificismo", al buscar respuestas, únicamente, en la neuroendocrinología.

No podemos dejar de lado los factores sociales y culturales que intervienen en nuestras relaciones humanas; el amor, al final de cuentas, es otro maravilloso factor de defensa para nuestra reproducción y persistencia a través de la organización social de pareja, familia y comunidad, que nos ofrece otras ventajes poco percibidas, caso del alimento a la autoestima, sensaciones de seguridad y bienestar personal, beneficios del gregarismo incluidos los económicos, para alimentación y salud, hasta el estímulo a la conservación de las sociedades que hemos desarrollado con el paso de los siglos.

No dejemos de percibir la importancia del cuidado de las crías, producto de la relación entre hombre y mujer.

Debió llegar el medioevo para que el romanticismo se instalara definitivamente entre los humanos; ese sentimiento, desarrollado entre los cercanos como simple medio de sobrevivencia. Juglares, trovadores y literatos, con sus participaciones artísticas/culturales, hicieron que retomáramos lo enseñado por los filósofos clásicos -Platón-, hasta darle el lugar preponderante que pareciera empezar a desgastarse.

El filósofo Octavio Paz, solo reconocía la existencia del amor romántico, dejando a los otros con el calificativo de misericordia, caso del sentido por Dios, al prójimo y el filial aplicado al primer círculo familiar/social.

La posmodernidad ha despertado el interés por la sensualidad -sentir- y ha provocado un movimiento materialista que menosprecia la importancia del amor, hasta llegar a confundir la cultura de la vida con la de la muerte.

¿Bienvenidos los descubrimientos científicos!, solamente que debemos ponderarlos con los principios de bueno y malo, aprendidos gracias a la reflexión filosófica durante muchos siglos.

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