"Los límites de mi idioma son los límites de mi mundo", decía Ludwig Wittgenstein.Ello quiere decir que el mundo o mi realidad está limitado o condicionado a lo que pueda nombrar y estructurar en mi idioma. Si es así, entonces ¿cómo será el mundo de un sordo mudo, en donde no existen palabras para comunicarse, sino gestualidad dinámica?Los seres humanos somos presa del lenguaje, y esto genera que cuando podemos explicar algo lógicamente, estamos garantizando su existencia, es decir nos atrevemos a resolver un problema ontológico resolviendo un problema lógico. Basamos la verdad en las palabras… ¡Qué irresponsabilidad! Decía Wittgenstein… y yo también digo lo mismo. Si las palabras, y en consecuencia los idiomas, son un endeble andamiaje para poder construir y conocer la verdad…, ¿qué nos queda?Pues la polisemia de la poesía, donde una palabra puede significar lo que sea, una sonata donde el compositor y el intérprete sean cómplices al crear una verdad, su verdad. Una paleta de colores y un lienzo donde el artista plasme el mundo…, su mundo.Bueno, ¿y qué pasaría si un pintor y un músico se confabularan y crearan mundos paralelos? ¿Serían dos verdades, o una sola expresada en términos de otra?Una respuesta a esta hipótesis la encontramos en la obra "Cuadros de una exposición" del compositor ruso Modest Musorgski quien viviera entre 1838 y 1881.
"Cuadros de una exposición" es una suite, es decir, una colección de piezas escrita en 1874 inspirada en la obra de su amigo pintor y arquitecto Victor Hartman. Esta exposición fue póstuma ya que el artista había fallecido un año antes a la temprana edad de 39 años. A manera de homenaje, Musorgski dibujó en música 10 de los cuadros de Hartman y dedicó la partitura a Vladimir Stasov quien fuera el organizador de la mentada Exposición, además de haber sido un feroz crítico de arte y defensor del espíritu ruso frente a los embates e influencias del arte occidental.
Musorgski estaba sumamente conmovido por la muerte de su amigo, y quizá por ello la obra inicia con un Promenade o paseo a manera de interludio, que no es sino él mismo caminando por la exposición. Éste es un tema recurrente pues constituye una transición entre las obras, es decir, el tiempo que tarda en recorrer la distancia entre cuadro y cuadro.
Llama la atención que éste tema no siempre será el mismo, pues lo que Musorgski trata de proyectar es la trasfiguración que é experimentó, impresión tras impresión después de observar cada obra. Cuadros de una Exposición es un intento por dibujar la realidad dibujada. Un intento por proyectar la fusión entre la realidad allá afuera con la percepción interna envuelta en emociones y vivencias. Musorgski compondría la obra para piano solo, sin embargo fue orquestada por Maurice Ravel en 1922, y desde entonces así es como ha sido más conocida e interpretada. "De lo que no se puede hablar, hay que callar", decía Wittgenstein.
Musorgski tenía mucho que decir, pero como no lo podía hablar, lo hizo con música… en un suspiro.