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Miguel Ángel García

Música en un suspiro

Joaquín Rodrigo

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Nace en Sagunto, provincia de Valencia el día de Santa Cecilia, un 22 de noviembre de 1901. A los 5 años estuvo a punto de perder la vista por una epidemia de difteria. Sorprendentemente, más tarde diría que ese evento sería lo que le mostraría su vocación musical.

En Valencia entra a la escuela especial para niños ciegos, donde por cierto se interesaría en tanto en la literatura como en la música. Dicho interés le llevó a estudiar en el Conservatorio de Valencia, aunque nunca estuvo propiamente matriculado. Rafael Ibáñez, quien más tarde sería su copista, fue una especie de secretario que lo acompañó por muchos años leyéndole y asistiéndolo en tareas básicas. “Rafael me presta los ojos que yo no tenía”, decía Rodrigo.

Rafael Ibáñez le leyó todas las obras más importantes de la literatura española y universal. A los 20 años, Rodrigo era ya un excelente pianista y compositor.

Muestra de ello fue su Opus 1, Esbozos para violín y piano y “Juglares”, su primera obra para gran orquesta. Para entonces ya era alumno del gran Paul Dukas en L’École Normal de Musique de Paris, teniendo por cierto como compañero a Manuel M. Ponce.

Sus obras se caracterizan especialmente por un lirismo muy especial, gran colorido orquestal y una marcada influencia de Maurice Ravel. Rodrigo se casará con la pianista Victoria Khami, que sería su compañera y apoyo de toda la vida. En 1938 hubo un importante desayuno con el famoso guitarrista Regino Saenz de la Maza y con el Marqués de Bolarque. Fue en este escenario donde Joaquín Rodrigo aceptó con gusto la idea de escribir un concierto.

“El gran Concierto de Aranjuez”. Ésta obra es quizá la obra más importante escrita para la guitarra en la historia. Estrenado en 1940 en Barcelona, el Concierto de Aranjuez es una muestra de equilibrio, armonía y rimo, así como de nuevos caminos para el desarrollo de la guitarra como solista.

Algo que llama poderosamente la atención es que a pesar de tener muy poca proyección, la guitarra nunca será opacada por la orquesta, haciendo gala de un profundo dominio de orquestación y conocimiento de la guitarra. El concierto toma su nombre del famoso Palacio Real tan favorecido por los Borbones de los siglos XVIII y XIX, localizado a unos 50 kms de Madrid en camino a Andalucía.

Aunque no es un concierto programático, Rodrigo dijo alguna vez: “Puede dejarse ver el fantasma de Goya, la fragancia de las magnolias, el canto de los pájaros, el susurro de las fuentes”. El Concierto está escrito en tres movimientos.

El primero hace una reminiscencia al fandango. A diferencia de otros conciertos, éste única con rasgado en un estilo casi flamenco apoyado por un pianissimo de contrabajos, sin embargo, la guitarra siempre será contrastada por solos de cello, clarinete, oboe y flauta. El segundo movimiento es quizá el más famoso y ha logrado brillar con luz propia.

La introducción la hace el corno inglés a dúo con la guitarra, para después “cambiar de pareja” y hacer lo propio con el oboe y el fagot. El 3er movimiento es una ronda, una danza. Es un tema vivo y elegante.

Concierto de Aranjuez, una orquesta que proyecta una guitarra con poder, sencillez y encanto. Música en un suspiro.

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