CADA ÉPOCA TIENE SUS DIVAS CINEMATOGRÁFICAS.
Mis amigos dicen que las de mi tiempo fueron Pola Negri y Mary Pickford. Exageran. En tratándose de México las máximas estrellas femeninas fueron María Félix y Dolores del Río, aquéllas de la edad de oro de nuestro cine, el del Indio Fernámdez, Pedro Armendáriz y Gabriel Figueroa. No ha habido ni volverá a haber un cine mexicano de tanta calidad fílmica y tan gran hondura argumental como ése.
Silvia Pinal fue diva en una etapa posterior y diferente. Su belleza y su talento la llevaron a ser lo que fue: figura dominante en el cine, el teatro y la televisión del México moderno. Admiré su espléndida belleza en "Simón del Desierto"; aplaudí su gran talento histriónico en "El inocente".
Mujer libre, Silvia Pinal vivió su vida sin ataduras ni sujeción a convencionalismos. Tuvo quebrantos dolorosos; conoció las penalidades que han sufrido incontables mujeres mexicanas, pero eso mismo le sirvió de inspiración para su trabajo artístico, que tantos buenos frutos entregó durante muchos años. Merece el título que se le ha dado: la Última Diva.