Mi casa es muy sencilla, y sin embargo hay en ella más, mucho más de lo que necesito.
En el momento en que esto escribo, por ejemplo, soy perfectamente feliz. La tarde es friecilla y llueve un poco. Miro la lluvia en el jardín y bebo una taza de yerbanís. El domingo pasado fuimos a la sierra y buscamos bajo los pinos esta amable hierba de flores amarillas con la cual se hace un té que sabe y huele a bosque. Bebo a pequeños sorbos la infusión y miro las volutas del humo azul que sale de la taza. Se oye a lo lejos, lejos, el fragor del trueno. Con perfecto sentido de la escena cae una hoja del duraznero y traza en el aire un dibujo japonés. Y se acerca la noche, poco a poco... Y me acerco a mí mismo, mucho a mucho...
La tarde en lluvia, mi taza de yerbanís, y yo conmigo... Hay quienes se preguntan de qué está hecha la felicidad. Por lo que a mí hace hoy se hizo con esas tres cosas nada más.