Este amigo mío con el que tomo la copa -varias- los martes por la noche tiene ideas raras, y otras más raras aún concibe cuando le llega la inspiración que da el vino bien bebido. Anoche me dijo:
-La duda rinde más y mejores frutos que la certidumbre. Quien da algo por cierto, sin cuestionarlo o someterlo a juicio, puede estar equivocado, y esa certidumbre lo mantendrá permanentemente en el error. En cambio, el que duda anda haciendo eses, y en una de ellas puede dar con la verdad. Soy crédulo de nacimiento, pero al paso de los años aprendí las virtudes de la incredulidad.
Ahora pienso que hay que dudar de todo, hasta de la misma duda. ¿No lo crees?
Yo también he bebido algunas copas, y ellas me inspiran la respuesta a su pregunta. Contesto:
-Lo dudo.
¡Hasta mañana!...