De vez en cuando el caballero sevillano va a la iglesia. Dice:
-También ahí puedo encontrar a Dios.
Esta mañana ha ido a la misa de la aurora. El primer rayo del sol se pinta de colores al pasar por el vitral del ábside. Don Juan dice en voz baja las oraciones que le enseñó su madre. Siente que el rezo le bautiza el alma.
Sale el templo, y en el atrio se cruza con doña Elvira. El corazón del caballero es memorioso, y no olvida a esta dama. Ella también guarda el recuerdo de los tiempos idos que jamás se van. Los dos sonríen y dicen a un tiempo:
-¿Te acuerdas?
En esas dos palabras caben sus dos vidas. En esas dos palabras están ellos.
-¿Te acuerdas?
Se despiden Don Juan y doña Elvira. Ambos dan gracias a Dios.