JOHN DEE TENÍA MUCHOS LIBROS, PERO POCA VIDA.
Empezaba a leer desde que lo alumbraba la primera luz del día, y sólo dejaba la lectura cuando se le acababa en la alta noche el aceite de su lámpara.
Vivió así la vida de Aquiles, de Odiseo, de Héctor, de Edipo y Prometeo, de Eneas y su padre Anquises, pero no vivió su vida.
Un día la vida le reclamó ese abandono. Puso ante él a una hermosa campesina de azules ojos y undosa cabellera rubia. Quiero decir que la vida se puso ante él.
Y John Dee la vivió. Se olvidó de Aquiles, de Odiseo y de todos los demás, y fue John Dee para la joven campesina a la que amó y para los hijos que con ella tuvo.
Solía decir algunas veces:
-Debí haber leído un poco menos. Debí haber vivido mucho más.