Cuando parecía que allende del Rio Bravo en cuanto a quien relevaría al senil presidente John Biden en el Despacho Oval de la Casa Blanca el próximo mes de enero, la decisión del propio mandatario octogenario de bajarse de la contienda luego de haber dado en el pasado reciente claros visos de que la edad lo estaba ya mermando y que terminó por demostrarse que sus capacidades reactivas estaban ya minadas en el debate que celebró con Donald Trump, renovó el entusiasmo del Partido Demócrata quien presenta a su la actual vicepresidenta Kamala Harris como propuesta para competir por la presidencia.
Luego de la lamentable actuación del propio presidente Biden en su cara a cara con Trump, donde acusó que ya le cuesta mantener una agilidad mental, cómo mantener un debate con un contrincante, el juego democrático ha vuelto a tomar calor en los Estados Unidos.
Vale recordar que, a la hora de celebrarse aquel encuentro, Trump no había escogido compañero de fórmula, que para el caso es para el puesto de la vicepresidencia. Los demócratas habían optado por repetir la dupla de Biden y Harris, lo natural de acuerdo a aquellas circunstancias.
La actuación del presidente del país más poderoso del mundo parecía que había de facto otorgado el triunfo al magnate y expresidente, pero al hacerse a un lado volvió a poner a sus partidarios en la contienda.
Mientras el presidente y entonces candidato era arrastrado dentro de la contienda electoral por su edad, Trump decidió invitar como compañero al joven senador por el estado de Ohio, James David Vance, de apenas 40 años de edad.
Con esta denominación, los republicanos inyectaban juventud y bríos a su dupla, justo lo que del otro lado carecían, el propio Biden con más de ocho décadas y Kamala, con sus ya 59 encima. Joven aún pero no así un capullo ni mucho menos.
Vance irrumpió entonces en la escena y sin duda aportó fuerza a la propuesta del Partido Republicano, pero cuando Biden reflexiona y pasa la estafeta da candidatura a Harris, el rol de Vance tuvo que empezar a subir de tono.
Desde que Donald Trump irrumpió en la escena política de forma más seria hace casi una década atrás al decidir buscar la presidencia, se ha distinguido por posturas xenofóbicas y claramente populistas en el espectro de la derecha.
Atacar desde entonces a los inmigrantes, particularmente a los mexicanos, y amenazar y cumplir parcialmente con un muro que divide la frontera, amedrentar con bloquear el comercio y el intercambio económico entre los Estados Unidos y México (que al final llevó a una revisión del Tratado de Libre Comercio durante su presidencia 2017-2021) han sido algunas de sus banderas políticas.
Quizá por ello escogió a J. D. Vance como compañero, Trump sabe que su postura antiinmigrante, irracional y muchas veces pendenciera, le ha rendido frutos.
El conservador Vance lo secunda, y si bien dentro de la libertad que hay que reconocer se garantiza en los Estados Unidos, el candadito a la vicepresidencia republicano ha declarado una verdadera estupidez al decir que de llegar ellos al poder, evitarán que los carteles de la droga mexicanos ganen millones de dólares vendiéndoles drogas a sus ciudadanos.
Propone Vance otorgar al presidente poderes especiales para poder utilizar a su ejército para combatir a los narcotraficantes mexicanos y a sus organizaciones. Sugiere incluso con eso combatir a los carteles militarmente fuera de territorio estadounidense.
Necias y politiqueras las declaraciones del candidato a vicepresidente. Los carteles mexicanos ganan ingentes cantidades de dólares simplemente porque hay una enorme población de norteamericanos que compran sus drogas.
¿Por qué no mejor Vance propone como acabar con la demanda de narcóticos de sus propios compatriotas? Quizá porque bien sabe que eso no da réditos electorales, pero no por eso dejan de ser sus dichos tramposos y maniqueos; tal como pasa con algunos de nuestros políticos. Que mala coincidencia.