Hay muchas historias, que en realidad debemos llamar leyendas, que nos explican de una manera más pintoresca que verídica el origen de algunas palabras o expresiones. Tenemos la de la horchata, una palabra que siempre me ha causado curiosidad. Pues ahí tiene usted que una chava le ofreció al rey una bebida lechosa y refrescante preparada con chufa. Perdón por la ignorancia pero, ¿qué es la chufa? Pues es un tubérculo como lo es la papa, el nabo, el rábano y demás.
El hecho es que al monarca le encantó aquella bebida y preguntó lo lógico: ¿Qué es esto? La moza contestó “es leche de chufa”, pero después de probarla, al reyecito le gustó tanto que dijo: “Esto no es leche de chufa, esto es oro, chata” y según esto de ahí nació el nombre de la horchata, aunque después ya no la hicieron con chufa sino con cebada y ahora en México se prepara con semillas de melón o con arroz y con poquito de canela para intensificar el sabor. ¿Le parece esta una historia descabellada? Pues sí, a mí también, pero no deja de ser simpática.
Está como el caso del nombre de Canadá.
Dicen que cuando llegó Juan Cabotte a esas tierras, viendo el paisaje desolado y sintiendo el frío insoportable, dijo Ca nada que en su idioma quería decir “acá nada”, como quien dice “Acá no hay nadita de nada” y que de ahí surgió el nombre de Canadá. Otra historia increíble es la de los teporochos. En México, los teporochos son esos indigentes alcohólicos que van por la calle y que nunca se sabe de donde vienen ni a donde van. Dicen que en el barrio de La Merced, una de las zonas más populacheras de la capital mexicana, había na señora que tenía un puestecito donde vendía cierto té “con piquete” es decir, con un poco de alcohol.
Ahí acudían los indigentes que andaban crudos, o sea que traían la resaca, esa sensación horrible que viene después de una borrachera. Total que los tipos iban a comprar uno de esos tés que valían ocho centavos y pedían un “té por ocho” de donde se dice que surgió el apodo con el que se les conoce ahora.
Otro caso crítico es el de los hot dogs, los famosos “perros calientes” que, cuando uno se entera el significado del nombrecito, pues no deja de escamarse. Le pasa como a aquella señora que no los conocía —a los hot dogs— e iba con una amiga en alguna ciudad desconocida y van a un restaurante, donde les sirven unos de estos perros calientes.
La señora abre el pan y ve la salchicha y con voz algo temblorosa le pregunta a su amiga: “¿a ti que parte del perro te tocó?” La verdad es que el apodo de “perros calientes” surgió porque la gente decía que se hacían con carne de perro, cosa que no es cierta, sólo que las salchichas se elaboran con carne que no puede utilizarse de otra manera.
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected] Twitter: @donjuanrecaredo
ME PREGUNTA Eric Placencia: ¿Cuál es la manera correcta de escribir números como 700, setecientos o siete cientos?
LE RESPONDO: El número siete cientos no existe, lo correcto es setecientos. Los números compuestos como treinta y uno, seiscientos cinco, etc. se escriben juntos en una sola palabra hasta el veintinueve. Después se deben escribir en dos o más palabras, como cuarenta y cinco, cincuenta y dos, etc.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Los escultores siguen viviendo en la edad de piedra.