La respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum a Donald Trump ante sus amenazas de imponer aranceles a los productos mexicanos fue adecuada. Lo que se percibe como una reacción calculada y coherente fue, en realidad, el resultado de un trabajo colectivo realizado por varios asesores, quienes cuidadosamente elaboraron una respuesta sólida frente a las agresivas acusaciones de Trump.
El presidente electo estadounidense había anunciado aplicar aranceles a los productos mexicanos exportados a su país desde el día uno de su mandato, como una medida de presión para forzar a México a resolver el problema de la migración. La respuesta de Sheinbaum fue clara y firme: A un arancel impuesto a México por Estados Unidos, México respondería con otro similar. Los aranceles no son una solución eficaz, sino una forma de represalia económica que solo generaría más tensiones y afectaría negativamente tanto a México como a Estados Unidos. La amenaza de aranceles, argumentó, era absurda y contraria al principio de cooperación que debe prevalecer en las relaciones internacionales.
Otro punto de la confrontación con Trump fue responsabilizar a México por las muertes en Estados Unidos relacionadas con el consumo de fentanilo. Esta acusación resulta injustificada y simplista. Aunque es cierto que algunas drogas circulan desde México hacia Estados Unidos, el principal origen de los precursores del fentanilo proviene de otros países, especialmente de China e India.
La intención de Trump de desviar la culpa hacia México no solo es errónea, sino que es una imposición racista y contraproducente, que no contribuye a la solución del problema.
El intercambio comercial entre México y Estados Unidos es de vital importancia para y es fundamental para la economía global. En términos de comercio bilateral, México ha reemplazado a China en varias áreas, no solo en productos manufacturados, sino también en productos agrícolas y minerales.
En total, el comercio entre los dos países en 2023 alcanzó casi los 750 mil millones de dólares; un conflicto económico de esta magnitud podría tener repercusiones graves para la economía global. La imposición de aranceles afectaría a cientos de miles de empleos tanto en México como en Estados Unidos.
El Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) juega un papel clave en este intercambio, ya que facilita una relación comercial fluida entre los tres países. La importancia de este acuerdo es incuestionable, ya que no solo representa una parte crucial del comercio global, sino que representa un porcentaje importante de los empleos a nivel mundial. Cualquier disminución en este flujo comercial tendría consecuencias incalculables para los tres países de Norteamérica y desde luego, para los cientos de países proveedores de componentes y materias primas.
La respuesta de Claudia Sheinbaum a las amenazas de Donald Trump fue adecuada, no solo porque defendió los intereses de México de manera firme y racional, sino porque también puso en evidencia las falacias detrás de las acusaciones y amenazas del futuro presidente estadounidense. La clave para resolver los conflictos internacionales no radica en la bravuconería ni en la imposición de sanciones económicas o en la violencia, sino en la cooperación y el diálogo entre las naciones. El mundo debe encontrar caminos de paz y soluciones sostenibles que beneficien a todas las partes involucradas, sin caer en el ciclo de la confrontación.
Cualquier alteración en este flujo comercial tendría costos incalculables y muchas naciones, no sólo México y Estados Unidos, sentirían los efectos de esta perturbación económica en la vastedad de la concatenación cada vez más apretada entre las economías nacionales de todo el mundo.
En el contexto de las relaciones internacionales y la política global, el mundo ha avanzado considerablemente en la creación de mecanismos para evitar los conflictos armados. Sin embargo, la violencia sigue siendo un elemento persistente en la historia humana. La represión de la violencia, a través de enfoques coercitivos, ha demostrado ser ineficaz. Solo a través de un cambio profundo en los estilos de gobierno y en las políticas de resolución de conflictos, basados en la diplomacia, el respeto mutuo y la cooperación, podemos avanzar hacia un futuro más pacífico.
En el conjunto de relaciones el papel de nuestro país, que ocupa el décimo tercer lugar de las economías del mundo, es muy importante. El curso que siga el grupo trilateral de Norteamérica puede determinar el destino de muchas relaciones internacionales. Es de esperarse, empero, que las decisiones que México opte, sean un componente efectivo para que el papel del T-Mec sea constructivo no sólo para los tres países, sino para el resto del mundo.