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La Navidad y la expansión de nuestra consciencia

MANUEL VALENCIA CASTRO

En estos terribles y horrorosos días previos a la navidad es más fácil vestirse de verde que de rojo. En mi familia es una tradición dar regalos en navidad pero en lo que a mi concierne me resulta cada vez más difícil salir e incoporarme al frenesí de las compras decembrinas.

Yo estaba muy tranquilo pensando que lo tenía todo resuelto, me había adelantado y ya tenía según yo los regalos de sobrinos, nietos, y de uno que otro adulto. Pero precisamente cuando estás más tranquilo y se aproximan las fechas, algo sucede y empiezan los pulsos mentales de las dudas y sí, de pronto te das cuenta que falta mengano y perengano y que ni modo había que salir, era el lunes 23, un día antes de noche buena.

No era difícil saber lo que me esperaba: muchísimos más coches que de costumbre y manejados con demasiada prisa todo mundo quiere llegar primero, un tráfico infernal, recordé la ciudad de Monterrey en la hora pico. Entre frenadas, el uso innecesario del claxon y algunas mentadas de madre, poco a poco te vas aproximando a tu destino, esperando encontrar un estacionamiento. La intención original de compra de regalos empieza a tornarse en mal humor que seguramente llegará a su clímax al regreso o en la etapa peatonal inmediata. La excitación o exacerbación de las compras se convierte en un despropósito y sólo queda alejarse y regresar a la tranquilidad inicial.

La noche buena nos transforma y aquieta el espíritu, transcurre en santa paz, aunque siempre hay algún descerebrado que absorto en su propio mundo, juega con la pirotecnia sin darse cuenta del daño que produce.

Pero el bullicio de la familia diluye de alguna forma el estallido de los "cuetes" de aquel cuetero solitario. Ya sentado cómodamente con mi copa de vino en la mano, Repasé algunos sucesos que ocurrieron a finales de año algunos muy agradables y de gran relevancia, otros muy negativos que lograron afectarme, pero luego, en esta misma línea negativa, mi mente se posicionó en los temas ambientales que en los diferentes grupos de Whatsapp se discutían y se comentaban, y, en ese momento me percate de las tendencias verdaderamente peligrosas que atraviesan cual cuchillas filosas nuestro hábitat. Pensé, no hay para donde hacerse o se actúa remediando las temibles externalidades o se llegará al punto de no retorno.

Está muy trillado el tema de "hacer consciencia" para cambiar, pero reconocer la realidad circundante y relacionarnos con ella es ya una necesidad de cada uno de nosotros. En alguna ocasión leí una interpretación un tanto diferente de la que tradicionalmente conocemos y actuamos en nuestros rituales navideños, aunque no se contrapone: se decía que filosóficamente hablando, Jesús es una personificación mítica de la Luz de la razón, es decir de la verdad y que, de acuerdo con ello, la navidad celebra así la llegada o revelación de la luz.

Lo que yo alcanzo a percibir de esta interpretación es que cada año durante la navidad renovamos la certeza en la necesidad de la verdad y la justicia. Expandir nuestra conciencia es parte de nuestras celebraciones.

Dice John Lennon: así que esto es navidad/¿y qué has hecho?/ espero que te diviertas/el cercano y el querido/el viejo y el joven/esperemos que sea buena/sin ningún temor/y así que esto es navidad/ para débiles y fuertes/para pobres y ricos/el mundo está tan equivocado/así que esto es navidad/¿y que hemos hecho?

¡Que tengan una feliz navidad!

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