UNA BREVE REFLEXIÓN SOBRE LA MIGRACIÓN EN MÉXICO
Con la llegada de la revolución agrícola (aproximadamente en el 8,000 antes de nuestra era), la humanidad experimentó una transformación fundamental en su estilo de vida, marcando un hito en la historia de la migración. Las comunidades antes nómadas, dependientes de la caza y la recolección, se vieron atraídas por la estabilidad que ofrecía la agricultura. Este cambio propició el establecimiento de las primeras aldeas y, consecuentemente, las primeras formas de migración basadas en la expansión de estas comunidades agrícolas. Los antiguos pobladores, guiados por la búsqueda de tierras fértiles y climas propicios, emprendieron viajes que transformaron la geografía humana.
Diez mil años después las consecuencias de la migración se deben a una diversidad de factores como el despojo económico, falta de oportunidades educativas y laborales, factores derivados de la violencia, persecuciones y conflictos, entre otras tantas causas. En ese marco, los procesos de desplazamiento involucran situaciones de desigualdad y precariedad para un sector de la población que busca en otros espacios mejorar sus condiciones de vida.
En el caso particular que se sufre en México, el recorrido que realizan las y los migrantes provenientes de múltiples países de Centroamérica y Latinoamérica hacia Estados Unidos es en demasía tortuoso y denigrante. La travesía hacia el norte se convierte en un peligroso peregrinaje, donde los migrantes enfrentan amenazas constantes, desde pandillas despiadadas hasta redes de tráfico humano. Las historias de violencia se entrelazan con la vulnerabilidad de quienes huyen de la pobreza extrema y la inestabilidad política.
De acuerdo con la Unidad de Política Migratoria de México de enero a noviembre de 2023, México ha notificado un acumulado de 501,709 incidentes relacionados con la migración irregular. Esta estadística señala un incremento significativo, superando en más del 70% la cifra total registrada en el año 2022. En este escenario, Chiapas y Tabasco emergen como las entidades federativas con la mayor prevalencia de ingresos ilegales, destacándose al ser las únicas en rebasar la marca de 150,000 casos.
Estas cifras son alarmantes ya que durante el trayecto las personas en migración sufren constantemente amenazas y ataques por grupos criminales e incluso por autoridades de diferente índole. Desafortunadamente un porcentaje importante es víctimas de delitos como trata de personas, mano de obra barata, esclavitud, incursión al crimen organizado como sicarios.
Ante esta situación es imperante cuestionar las políticas migratorias que se concentran en la militarización de las fronteras y la detención y portación masiva ya que estas prácticas no cumplen el objetivo de reducir los procesos migratorios. La apuesta puede concentrarse en fortalecer los espacios económicos y políticos de los países con mayor número de migración, no obstante, esta posibilidad requiere de proponer prácticas alternas de consumo y de organización gubernamental.
