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Grandeza de Raúl Esparza

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS.-

Bien se sabe, que lo propio de las vocaciones es negar las profesiones. Pese a estudiar para contador privado, su destino quedó signado a la pintura desde niño. En sus recuerdos, se fijó la elocuente clase que lo acompañó el resto de su vida, cuando la maestra de primaria Lolita del Bosque, le enseñó cómo la mezcla base de colores, produce otros colores. Desde entonces, el dibujo y la pintura fueron el referente del artista Raúl Esparza Sánchez (1923-2000). De carácter afable, cordial, honesto, pedía que le llamaran "el compadre". No había altivez en su persona. Ante todo, una palabra lo definió de cuerpo entero: sencillo.

Las circunstancias hacen al hombre. De esa manera, tuvo la dicha de estudiar en la emblemática escuela 18 de marzo en Gómez Palacio, justo en el precioso momento, en que los pintores Manuel Guillermo de Lourdes (director de la escuela), Francisco Montoya y Horacio Rentería, plasmaron su arte en los muros de la escuela pública. Si no conocen esos murales de la época cardenista, corran a verlos.

Hacia 1940, dos jóvenes alumnos, inquietos y brillantes, ambos, pintores en ciernes, recibieron cruciales lecciones. Uno fue Manuel Muñoz Olivares, el otro Raúl Esparza. A la larga, serían los mejores representantes de la plástica lagunera. Auténticos maestros que forjaron el camino del arte.

Desde entonces, el joven Esparza, transitó por varias labores: coloreó figurillas de plomo en el taller de su padre, fue dibujante para en un hospital, fotógrafo de El Siglo, hasta que se decidió abrazar de lleno la creación artística.

Su primera exposición colectiva se realizó en febrero de 1953. La organizó el Círculo Cultural de la Preparatoria Venustiano Carranza, mejor conocida como la PVC. En esa expo, estuvieron pintores de la talla de Manuel Guillermo Lourdes y Juan Bueno Díaz, además de un buen número de aficionados. A partir de ahí, su producción no paró. Realizó un mural para el Casino de La Laguna, que lamentablemente se perdió en una remodelación. Luego vinieron una serie de murales monumentales para el Banco Lagunero en Gómez Palacio y Torreón, las Escuelas Medicina, Comercio y Administración. Al tiempo, su obra ganó espacio y tuvo el mérito de promover su carrera artística a través del Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales. De esa forma llegó a California, Texas e incluso, saltó a exponer en Taipei, China (1977).

Fue bien apreciado en Los Ángeles, donde tuvo una larga y fructífera estancia. Ahí realizó cuatro murales, entre ellos, uno que cuenta la historia de México. "Hago cuadros de una sentada", afirmó el artista. "Yo no tengo regla, y es lo que le da el sabor, hecho a volar mi imaginación y plasmo lo que siento".

Como artista no se conformó con un solo camino, por el contrario, experimentó técnicas y retomó materiales propios de la región lagunera, como el adobe y la cerámica. Realizó lienzos, pintó en muros de cemento y yeso, fundió bronce, pintó en mosaicos bizantinos y dejó más de un centenar de obras de caballete.

Buen observador, le interesó conocer la historia como una forma más arraigada para la creación. De ahí que sus temas locales, son felizmente universales. Nos legó su mirada en colores, atardeceres, calles, flora del semidesierto y personas. Trazos que reflejan la identidad regional. En el mismo sentido, utilizó materiales locales para realizar murales icónicos, como el que se encuentra al exterior de la iglesia del Sagrado Corazón de María en Torreón Jardín, de catorce metros de largo. Ahí combinó arena de León Guzmán, tierra de Torreón y relieves cerámicos para mostrar la sierra de las noas, el algodón y esos maravillosos cielos azules.

Sus palabras lo definen mejor: "Estoy enamorado de mi región, de mi gente, cuando estoy esperando en el Seguro Social, o en alguna otra parte, me llevo mi material y dibujo a las personas que veo pasar o que se sientan junto a mí".

Sin duda, una de las obras más notables, la plasmó a través del barro en un muro de cuarenta metros al interior de la iglesia de la Encarnación. Literalmente está el sudor y la mano del artista en esa magnífica obra.

Aplaudo la iniciativa del Instituto Municipal de Cultura y Educación, a cargo del Arq. Antonio Méndez Vigatá, quien tuvo a bien impulsar la retrospectiva de Raúl Esparza. Visiten la Galería de Arte Contemporáneo del Teatro Isauro Martínez. La exposición es un acto de justicia contra el olvido. Esparza es uno de los grandes pintores laguneros. La curaduría la realizaron Gustavo Montes, Patricia G. Santiago, Jacob Atiyeh y Ángel Reyna.

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