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Ensayo sobre la cultura

Los símbolos

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE.-

La cultura está llena de símbolos; a través de ellos nos acercamos a la realidad. No existen solos, pertenecen a un contexto, y pueden tener diversas interpretaciones según quienes lo interpreten.

Según el sentido es el símbolo. Los más usados serían, el gráfico y el sonoro. Dentro del primero podríamos identificar al icónico, las imágenes, y a la palabra; que a su vez se puede dividir en oral y escrita.

Tan importante son que la humanidad se divide en dos grandes períodos históricos; la prehistoria, donde únicamente existe la oralidad, y el histórico, donde ya podemos encontrar la palabra escrita; gracias a los fenicios que la inventaron con fines comerciales.

¿Qué representa a qué? La idea es representada por la oralidad y esta por la escritura. Para llegar a ella se tuvo que transitar por los códices, que son una especie de pinturas que se asemejaban a la realidad y que con el tiempo representaron sonidos.

Para complicar más la comprensión de los textos, algunos pasan por traducciones; y no una, sino varias veces. Si en la actualidad es muy difícil ser fiel a un texto escrito en otro idioma, en otras épocas era peor. A la biblia no la leemos en su idioma original, llega a nosotros después de haber sido traducida del griego, del latín, del arameo del hebreo o de los cuatro. En el caso de algunas religiones cristianas habría que incluir el alemán.

Volvamos a la oralidad; una de las características es que se presta a que el mensaje sea distorsionado en su difusión. Muchos conocen el juego del teléfono descompuesto. Las historias que nos parecen mágicas se deben a su oralidad; ejemplo, "La Ilíada", o "La Odisea", donde los hombres conviven con los semidioses y los dioses. En realidad, todas las mitologías se basan en la capacidad imaginativa del mensaje hablado.

Esa es una de las grandes maravillas del lenguaje, la subjetividad; por eso se puede hacer arte. Para otros sería una desventaja, pues es incapaz de representar al mundo objetivo; por lo menos así lo expresaron filósofos del siglo XIX; entre otro, Schopenhauer.

Muchos idiomas que se han usado en el mundo ya están muertos. Algunas veces, los investigadores son incapaces de traducirlos por desconocer sus contextos. La piedra de la roseta ayudó a traducir el egipcio porque contenía un mensaje en tres idiomas y uno de ellos era el griego.

Cuando la historia llega al lenguaje escrito, es más difícil su distorsión, pero por estar expuesto a la subjetividad humana, todavía es posible. Una palabra puede tener diferentes traducciones y algunas dependen del contexto.

Hay varias ciencias que estudian el lenguaje; la semántica, la semiótica, la hermenéutica, aparte de la gramática o la preceptiva literaria.

En el caso de la hermenéutica se aplica para la interpretación del texto sagrado. A lo largo de la historia, han existido diferentes rompimientos de la iglesia; algunas por cuestiones meramente políticas y otras, a causa de las diversas interpretaciones de los textos. Actualmente, existen comunidades cristianes que difieren en su manera de traducir el mensaje divino.

El lenguaje, por lo tanto, es polisémico; por eso se dice que una novela puede tener los significados que los diferentes lectores les den. Nunca será el mismo; y entre más significaciones pueda tener, más rico será el texto.

El lenguaje, por lo tanto, a veces es subjetivo, la mayoría de las veces, y otras, objetivo; eso intenta cuando se usa con fines científicos. Lo difícil es diferenciar cuando su pretensión es representar a la realidad y cuando solo la simboliza por medio de imágenes, tropos o algunos artilugios similares.

Un texto hay que situarlo en la historia, y en las condiciones sociales en las que se produjo; esto ayudará más a su comprensión. Por otra parte, un tiempo histórico y una sociedad se conocen mejor si conoces su literatura.

Verde que te quiero verde, verde viento, verde rama, el barco sobre la mar y el caballo en la montaña. (que significa el verde, el poema, de García Lorca te lo dirá)

Las manos de Dios eran amarillas. (¿Por qué las manos de Dios son amarillas? El poema de Juan Ramón Jiménez te lo dirá).

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