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El proceso contra Cristo

(Tercera y última parte)

DR. JESUS G. SOTOMAYOR GARZA

El miércoles cinco de abril del año 30 de nuestra era, Judas Iscariote se reúne con José Caifás, sumo sacerdote del Sanedrín, así como varios integrantes de tal tribunal, a quienes expuso su decisión de separarse del grupo de Jesús y les ofrecía sus servicios para efecto de materializar la aprehensión del maestro. La acción de Judas ha sido históricamente considerada, sin que con exactitud se haya determinado el por qué de su proceder. La captura de Jesús se acordó para el jueves siguiente por la noche, para evitar en principio que los peregrinos y sus seguidores se enteraran de su detención y realizaran una acción para tratar de evitarla. Judas por su parte, se comprometió a encabezar al grupo de aprehensores, a cambio de una recompensa (treinta monedas de plata) y honores que recibiría. Todo lo anterior según recursos novelados y bíblicos que hay al respecto. El supremo tribunal de los hebreos, que como ya ha quedado asentado se le denominaba Sanedrín, por conducto de su pontífice José Caifás, solicitó de Poncio Pilatos, procurador romano, el auxilio de la tropa para aprehender “a un agitador político, rodeado de otros agitadores paisanos suyos, todos prontos a suscitar motines en la ciudad”, a quienes por tales motivos se les consideraba de alta peligrosidad, como es de suponerse, la persona en cuestión no era otra que Jesús de Nazareth. ¡Qué ironía de la visa! Pues de todos es sabido que nuestro personaje era toda bondad y que lejos de iniciar a la violencia predicaba la paz. Lo hasta aquí narrado constituye un antecedente de lo acontecido en los días que precedieron a la determinación y enjuiciamiento de Jesús. Consideramos que la exposición se hace necesaria para que se entienda de forma clara la verdadera y real finalidad de que los enemigos de Jesús de Nazareth pretendían al intrigar en su contra, procurando por todos los medios a su alcance someterlos a juicio para que no fuera un obstáculo a sus mezquinos intereses. Aprobada la solicitud del Sanedrín por la autoridad romana, los llamados vigilantes o policías del templo acompañados por soldados, a altas horas nocturnas se dirigieron al Huerto de los Olivos, todos fuertemente armados, para proceder a la detención del Hijo del hombre, hecho que realizaron no sin antes surgir un conato de violencia entras los aprehensores y los apóstoles, cuando Simón Pedro cercenó la oreja derecha de Malco, servidor de Caifás, intento que fue prontamente sofocado por Jesús, según la versión del evangelista Lucas, quien narra que Jesús dijo a sus seguidores: “dejad… ¡basta ya!, y tocando la oreja, lo curo”. Despúes de ejecutada la aprehensión lo ataron y lo condujeron a la casa de Anás, suegro de José Caifás. Por su parte los apóstoles escaparon Alejándose de los captores y de su guía, que aun en tal momento según el relato del evangelista Juan, intercedió por ellos al decirle que él era Jesús de Nazareth a quien buscaban, “así que me buscáis a mí, dejad marchar a éstos”, lo cual demuestra una vez más su nobleza.

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