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El activismo ante las obras de arte

El domingo 28 de enero de 2024, dos mujeres llegaron hasta el Museo del Louvre, en París y lanzaron sopa frente la Mona Lisa.

El domingo 28 de enero de 2024, dos mujeres llegaron hasta el Museo del Louvre, en París y lanzaron sopa frente la Mona Lisa.

SAÚL RODRÍGUEZ

El 14 de octubre de 2022, dos activistas se introdujeron a la Galería Nacional de Londres. Fueron a la sala donde se exhibe una de las obras que integran a la serie artística Los girasoles (1888), del pintor neerlandés Vincent Van Gogh. Se colocaron frente al óleo protegido con un cristal, se desprendieron de sus abrigos, abrieron un par de latas de sopa y arrojaron el líquido naranja al cuadro.

El incidente se trató de una protesta ambientalista organizada por el grupo Just Stop Oil, el cual buscaba que el gobierno británico detuviera nuevos proyectos relacionados con la extracción de combustibles fósiles. Luego de arrojar la sopa, se dirigieron al público y emitieron un discurso sobre su reclamo.

Meses después, en noviembre de 2022, El sembrador (1888), otro cuadro de Van Gogh ubicado en el Palacio Bonaparte de Roma, fue atacado por ecologistas del grupo Última Generación, quienes le arrojaron sopa de guisantes.

Una escena similar se presentó el fin de semana pasado en el Museo del Louvre, en París. El domingo 28 de enero de 2024, dos mujeres llegaron a este recinto construido en el siglo XVIII durante el reinado de Luis XIV. Se adentraron entre las salas hasta encontrarse frente a frente con La Gioconda (1503), también conocida como Mona Lisa, la icónica obra del pintor italiano Leonardo Da Vinci. Sacaron dos latas de sopa y las arrojaron sobre el cristal que cubre a esta pintura, ocultando su singular sonrisa.

En esta ocasión, las activistas eran integrantes del colectivo Riposte Alimentaire, quienes se manifestaron por una alimentación sostenible y saludable. A través de un comunicado, el colectivo informó que sería el inicio de una campaña con acciones de este tipo y apoyó las protestas generadas actualmente por los agricultores en Francia.

Se puede hacer una extensa lista de actos similares alrededor del mundo. Los activistas usan como puente a estas obra icónicas para generar ruido y dar a conocer sus molestias. Es como si se tratara de una especie de perfomance con trasfondo político. Aunque el enojo no es contra Vincent Van Gogh o Leonardo Da Vinci.

OPINIONES

Sobre estas acciones, la artista lagunera Patricia G. Santiago, actual coordinadora de Artes Visuales en el Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE), habla de una espectacularización de la imagen. En marzo de 2023, cinco reproducciones de una exposición itinerante del Museo del Prado, que se exponían en la Plaza Mayor de Torreón, fueron intervenidas con pintura en aerosol de color morado. El acto se dio en el marco del Día Internacional de la Mujer.

“Ahí también convergía el asunto de arte, política, administración pública, el foco de los medios de comunicación. Creo que, digamos, es un escenario con todos los focos para que estos grupos puedan manifestarse y ser vistos. Entonces, nuestra sociedad del espectáculo, como diría Guy Debord, está sumamente espectacularizada y mediatizada. Ahorita las tribunas son los medios de comunicación, las redes sociales y de pronto estas imágenes sirven de pivote, son súper icónicas, para dar a conocer estas consignas”.

La también curadora indicó que ya no le parecen tan radicales los actos donde grupos de activistas entran a museos y atacan obras que se encuentran con extrema protección, en un entorno controlado. Se debe observar que los espacios museísticos y actividades artísticas también fungen en ocasiones como plataformas para este tipo de actos.

“Lo que concierne a las imágenes, que es otro hilo conductor, es que son sumamente icónicas. Imagínate la imagen de la Mona Lisa, que resulta icónica no sólo por lo técnico, lo formal y su historia que se ha vuelto icónica a través del tiempo, de robo, de recuperación y que se ha vuelto sumamente mediática. Creo que es una imagen que ha tenido su fama y relevancia por la mediación”.

Por su parte, Sergio Garza Orellana, coordinador de Curaduría y Exhibiciones en el Museo Arocena, indicó que se trata de un tema complejo. Por un lado, no es posible condonar este tipo de atentados contra las obras artísticas, pues podría dañarse patrimonio esencial para entender la historia de la humanidad. Además de que en la mayoría de los casos, no se obtiene el efecto deseado por los activistas.

“Pero creo que también, afortunadamente, dentro de lo que cabe, los grupos de activistas que han realizado estos atentados han tomado mucho en cuenta no dañar permanentemente las piezas. Por ejemplo, en el caso de la Mona Lisa, que es el más reciente, la pieza estaba tras un cristal blindadísimo”.

No obstante, resalta que los temas que dan pie a estas protestas son de suma importancia para la actualidad, sobre todo aquellos que abordan el cuidado del medio ambiente y el cambio climático. Desde su papel como curador, Garza Orella propone que los museos monten más exposiciones relacionadas con estos temas, pues se supone que en la actualidad estos recintos deben caracterizarse por ser un espacio abierto al diálogo.

“Es el papel que tenemos los museos en el mundo contemporáneo: a través del arte, llamar la atención sobre temas relevantes”.

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