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No hagas cosas buenas

¿Cuántas Eleonoras?

ENRIQUE IRAZOQUI

Mañana llegan Los Santos Reyes y por fin termina la época navideña, esa que cada vez se trata menos de conmemorar el nacimiento de Jesucristo y ahora más y más en consumir y de andar de jolgorio.

Me parece que mal hace aquel que no aprecie la enorme parte positiva de la alegría y júbilo que se exacerba en esta parte final del año y los primeros días del que luego comienza, pero también se genera un estrés social que comienza por cobrar facturas al generar condiciones de baja de defensas en las personas que suelen ser propicias para resfriados ocasionales en el mejor de los casos, o una estación de tensión que resulta en muertes precipitadas.

Pero luego, como versa el dicho: "después de la tormenta viene la calma" que puede ser interpretado que después de los sobresaltos siempre regresa la rutina. Tal es el caso del servicio que provee el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

El día de hoy El Siglo de Torreón, en su versión impresa, da cuenta del calvario que los derechohabientes del Instituto tienen que soportar para poder obtener el servicio al cual de inicio tienen derecho, que no una graciosa concesión del gobierno.

El día de ayer Eleonora Gabriela Cano, una mujer de la tercera edad, guardaba fila en las afueras de la farmacia de la clínica No. 16 del IMSS de Torreón para surtir su receta médica, se desvaneció y padeció para poder ser atendida por personal de salud de dicho Hospital General de Zona, que se encontraba a unos metros. Ante ello, su hija tuvo que llamar a una ambulancia de la Cruz Roja Mexicana para que le brindaran los primeros auxilios y, posteriormente, le apoyaran con el traslado al área de Urgencias de la clínica No. 16 para que recibiera atención médica. El corto recorrido que hizo la ambulancia fue por el bulevar Revolución. Estaba apenas a unos metros.

Pamela - la hija de Eleonora- contó que un doctor les hizo mala cara y que, preocupada porque había dejado a sus hijas en la farmacia, le pidió salir un momento para recogerlas. "Pero me dijo 'usted sabe, pero no nos hacemos responsables de la señora ni de a dónde la mandemos'". Gabriela Cano padece enfisema pulmonar y tiene una enfermedad cardiaca. Le diagnosticaron intestino irritable y le recetaron ketorolaco y butilhioscina. Fue después del mediodía que la familia Cano tomó un taxi con destino a su vivienda, ubicada en la colonia Fuentes del Sur.

Surrealista el caos de la señora Cano, desvanecida a unos pasos del nosocomio público, fue preciso ser atendida por paramédicos de la Cruz Roja que llegaron al lugar en ambulancia. La nota de la periodista Angélica Sandoval señala que es valor común entre los trabajadores de IMSS no atender a pacientes en las baquetas de sus hospitales, para evitarse verse comprometidos en caso de que surjan complicaciones para los pacientes que en situación de urgencia demanden asistencia médica. Desde los camilleros hasta los propios médicos, apelan a derechos sindicales y salvaguarda de su relación laboral antes de cumplir con su juramento hipocrático.

La narración de los hechos sucedidos publicada hoy en EL SIGLO es desgarradora de la indiferencia manifiesta ante una situación como la que padeció la señora Cano: ""Mi mamá vino a realizarse estudios de la sangre en ayunas para que la mandaran con el internista y coincidió su cita con la de mis niñas en consulta. Mi mamá me dijo que como en consulta se tardaban mucho, ella se adelantaría a la farmacia para formarse en lo que salíamos nosotras. Después de dos horas de estar formada me marca y me dice que se siente mal, le digo que quizá era por falta de alimento y que ahorita voy para comprarle algo, pero de rato me habla otra señora y me dicen que mi mamá se desmayó.

Me salgo por mi mamá y estaba desmayada, me dice una persona que vaya por una silla de ruedas y me vengo a Urgencias a pedir auxilio y me dicen que no me la pueden atender, que eso es de parte del hospital porque está en farmacia. Me fui a hospital, le pregunto a un policía para pedir la silla de ruedas o un doctor que me auxilie y me dice que le pase el módulo verde, le paso y me dicen que no, que, en Urgencias, y le digo que de allá vengo y me mandan al cuarto piso que con los doctores que están al tope.

Llegué ahí, la doctora se molesta y me dice que quién me mandó para allá, le digo que con la del módulo y me dice 'no, vamos'; me acompañó con la del módulo y le dice que ella es de nivel, que no tiene ambulancias ni doctores que puedan salir. Les dijo 'aquí se las dejo porque no me corresponde'.

Y las historias continúan en ese tono todos los días. El IMSS, la institución médica más grande del país, está claramente muy deshumanizado y además sin recursos. Pobre Eleonora por lo que vivió ayer. La pregunta que surge es: ¿Cuántas Eleonoras más tienen que soportar esto antes de que se suscite un cambio? Al tiempo.

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Escrito en: editorial Enrique Irazoqui editoriales

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