El gobierno de México, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se ha conducido de manera inteligente en relación con la guerra entre Israel y Hamás en la franja de Gaza. Este conflicto que se ha prolongado por más de cuatro meses, que continúa extendiéndose peligrosamente a los otros territorios palestinos ocupados, desbordándose a los países vecinos y propagándose al conjunto del Medio Oriente, tiende a polarizar, contener y matizar las posiciones y posturas de los gobiernos, incluido el nuestro al hacer que sean vistas y juzgadas de manera maniquea o reduccionista. Se trata de un intrincado conflicto internacional que ha eclipsado la trágica invasión de Rusia y guerra de desgaste en Ucrania, con sus innumerables consecuencias globales, cuya finalización parece estar muy lejana, después de casi dos años, agregando otras graves reverberaciones geopolíticas y geoeconómicas globales con consecuencias igualmente negativas para la seguridad internacional, la economía mundial y el comercio internacional.
La oportuna y bien pensada actuación diplomática mexicana reciente debe reconocerse por partida doble. En primer lugar, porque frente a un conflicto perene y multidimensional como este, sobre el que algunos en México podrían pensar de manera equivocada que se trata de otra fase de la confrontación palestino israelí irresoluble, y por ende, ajena y distante a México, ante la cual debiéramos limitarnos a condenar, tiene, efectivamente, varias y serias implicaciones para los intereses nacionales.
Implicaciones que van más allá del hecho ineludible de ser el principal socio comercial y país vecino de los Estados Unidos, principal aliado militar del protagonista del conflicto en Gaza, precisamente cuando el reforzamiento de la ayuda militar estadounidense a Israel está directamente vinculado con las negociaciones políticas en curso -en tiempos electorales-entre Biden y el Congreso, y condicionadas a la adopción de medidas de control y seguridad en la frontera con México, incluyendo la posibilidad de su "cierre unilateral" para detener la llegada de decenas de miles de migrantes y la entrada de fentanilo que registran el auge sin precedente. Precisamente cuando México mantiene una demanda en los tribunales estadounidenses contra 8 poderosas empresas estadounidenses fabricantes de armas, cuyas prácticas comerciales facilitan su trasiego causando graves daños a la seguridad interior, al tiempo que tienen lugar diálogos de alto nivel sobre seguridad, cooperación antidrogas y contención de la migración, habiendo serios diferendos comerciales bilaterales y trilaterales.
En segundo lugar, porque Estados Unidos ha sido y seguirá siendo el actor preponderante y la principal potencia militar en el Medio Oriente, región en la que, a pesar de sus intenciones declaradas tras su salida de Afganistán, se ha desplegado e involucrado cada día más en las confrontaciones bélicas y participado directamente en el teatro de la guerra. Pero también por los hechos no menos importantes y relevantes como que un ciudadano mexicano aún permanezca retenido como rehén en Gaza, dos marineros mexicanos se encuentren detenidos en un barco secuestrado en el mar Rojo, hasta donde el conflicto ha llegado, para tener desastrosos alcances.
El gobierno de México, que no ha cejado en sus esfuerzos para ayudar a promover y cimentar la paz, a pesar de que distintas agencias de la Organización de Naciones Unidas, empezando por la de los refugiados palestinos estén siendo atacadas, cuestionadas, boicoteadas y desprovistas de presupuesto, cuando más apoyo requieren, decidió, junto con Chile, remitir al fiscal de la Corte Penal de Justicia sus preocupaciones sobre la situación en el Estado de Palestina, requiriéndole investigar la probable comisión de crímenes y la posible responsabilidad tanto de dirigentes políticos y militares de la potencia ocupante, como también de dirigentes y nacionales palestinos. Habiendo tomado debida nota de la demanda de Sudáfrica en contra de Israel ante la Corte Internacional de Justicia, presentada con anterioridad, requiriéndole medidas provisionales por la probable comisión de actos presumiblemente genocidas, algunas de las cuales fueron concedidas las semana pasada por la Corte, recibidas con beneplácito por México, a pesar de que el Presidente López Obrador había manifestado reservas sobre la prontitud y eficacia de sus actuaciones, como lo ha hecho también sobre la conducta y responsabilidad de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
El gobierno de México condenó los ataques de Hamás y de otras organizaciones palestinas; se solidarizó con las víctimas; reconoció el derecho de Israel a la legitima defensa, exigió el respeto del derecho internacional humanitario; repatrió a los connacionales de la zona de conflicto y externó su preocupación por los bombardeos y las operaciones militares. Como una demostración de su compromiso con el derecho internacional, ha seguido llamando a pausas y corredores humanitarios y a un cese inmediato y duradero de las hostilidades en los territorios palestinos ocupados, a detener los ataques indiscriminados para poner fin a la violencia en contra de civiles, a levantar el estado de sitio y a permitir la entrada incondicional de la ayuda humanitaria a Gaza.
México ha señalado como inaceptables los vetos ejercidos por Estados Unidos, Rusia y China en el Consejo de Seguridad, ha mantenido la exigencia de una liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes, habiendo reiterado que favorece una solución integral y definitiva del conflicto, bajo la premisa de dos Estados, que atienda tanto las legítimas preocupaciones de seguridad de Israel, como permita la consolidación del Estado de Palestina, viable política y económicamente, que conviva con Israel dentro de fronteras seguras, internacionalmente reconocidas, de conformidad con las resoluciones pertinentes de la ONU.
@JAlvarezFuentes
