ÁTICO
El nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum parece estar dispuesto a nacer herido. Parece destinado a aceptar el fuego amigo contra sí mismo. Aunque llene su gabinete de perfiles profesionales y reitere su compromiso con la ciencia y la técnica, no arribará al poder celebrando. Al sumarse a la propuesta disparatada de López Obrador para elegir a ministros, magistrados y jueces federales, cruzará la puerta de Palacio Nacional cojeando, mal herida. Al apoyar explícitamente la reforma judicial ideada por AMLO, demuestra que la preocupación que la ata a él con ella no es combatir la injusticia cotidiana padecida por la población. Él quiere demostrar quién manda, a pesar de haber entregado el bastón. Y ella permitirá que lo dispare como bazuca en su contra.
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