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Autoestima

Yamil Darwich

La autoestima es el cómo nos percibimos; nuestra evaluación personal de sí mismo, incluyendo nuestras fortalezas -lo bueno y útil social-, las debilidades - áreas en que somos deficientes-, lo que pensamos y como nos valoramos física e intelectualmente.

Es la autoevaluación de nuestra manera de ser y comportarnos en la convivencia diaria, considerando sentimientos y actitudes.

Es la percepción que tenemos de nosotros, no pocas veces en detrimento de sí mismos, en lo que llamamos autoestima baja; en contrario, algunos pocos, piensan ser personas con habilidades y destrezas superiores a su realidad. Hay que tener cuidado con ellos, comúnmente ególatras y egoístas. Don Hermenegildo Torres -filósofo de la P.U.P.- los definió y clasificó en el pasado. ¿Lo recuerda?

Carl Rogers, padre de la Psicología Humanista, disertó ampliamente sobre el tema y la consideró de gran importancia durante el desarrollo y madurez psicosocial del humano, particularmente en la primera infancia - primeros cuatro años- y luego, más tarde, tomando en consideración influencias individuales, de factores sociales y familiares.

Así, va construyendo la constitución de la mente de cada individuo, generando el llamado "ego", que podrá darnos seguridad en lo que hacemos y de aquello que somos capaces.

Un buen trabajo en la autoestima, en la primera escuela -la familia-, sin duda generará personas ecuánimes, capaces de dimensionar sus potencialidades/capacidades, identificando sus debilidades/oportunidades y, ante todo, aportándoles la fortaleza para mejorar. Educación responsable.

Esa buena educación familiar, reforzada después con una buena escolarizada, ambas moderadas por un educador -padres, maestros-, hace de la persona desarrolle sus capacidades para socializar, trabajar y tener un desempeño positivo en la vida; valorarse y respetarse a sí mismo; nos permite ser más eficientes y productivos; contribuyentes sociales; recorrer el camino a la satisfacción individual, hasta alcanzar altos niveles de felicidad.

Desafortunadamente el mundo no es magnánimo a la hora de construir humanos; las deficiencias en educación y cuidados del individuo no son únicamente casos de Latinoamérica, se producen en todo el mundo.

Quizá una de las diferencias, entre unos y otros, sea la educación y el nivel de atención al problema; recuerde qué, hasta hace pocos años, tales conceptos son tomados en cuenta en México, dando la oportunidad de reconocer la importancia de incluir a orientadores psicológicos escolares y buscar ofrecer mayor orientación a padres de familia. Triste que lo hagamos en forma curativa y no preventiva; no contamos con buenos programas para futuros padres.

Con dolor emocional, por reconocer nuestro nivel de autoestima, he querido tomar el ejemplo del fútbol mexicano: enajenante, malinchista -autoestima baja- y deseducador -generador de apostadores, tatuajes y groseros-.

El encuentro final de la llamada "Copa de las Naciones" sirve de ejemplo:

Jaime Lozano, entrenador de la selección nacional mexicana, declaró y señaló "las causas del fracaso", luego del terrible ejemplo de autoestima baja que dieron los jugadores durante el juego contra EUA: "(para) tener jugadores en las mejores ligas, eso te da otros contextos, eso te da la posibilidad de otra competencia a nivel internacional, es formar mejor en nuestro país y vender a edades tempranas, es lo mejor que le puede pasar a la Selección Mexicana. Más allá de los extranjeros, en la Premier tienen extranjeros y siguen creciendo, el tema de la formación, invertir más dinero abajo, formar mejores jugadores, es una solución, no inmediata, pero es algo que se puede hacer". No mencionó la autoestima.

Soy aficionado al fútbol, generalmente por televisión - gusto cada vez más caro, por cierto- y como neófito del tema, sí pude ver escenas del partido que refieren temor, inseguridad… ¿miedo?, de los jugadores nacionales; ¡mire que ver a un norteamericano burlar hasta tres mexicanos ineficientes en la marca!, cuando en realidad, las capacidades técnicas individuales son mayores entre los nuestros, aunque inseguros; ¡sorprendido de observarlos perder el balón -muy repetidamente- ante los adversarios que los marcaban o patearlo fuera de la cancha por un mal pase del compañero!; no ligar pases seguidos entre sí mismos y/o rechazar el balón, enviándolo lo más lejos posible, con deseo de desentenderse de él, "¡no sea que… me hagan ver mal!". Son buenos ejemplos de la inseguridad, autoestima baja.

Desde luego que intervienen otros factores, como la carencia de adecuada planeación a largo plazo o la voracidad económica de los directivos, que prefieren tener encuentros en los EUA, contra equipos de menor capacidad y hacerse de dólares para su declarada ¿mala economía? Otros, practican contra equipos de jerarquía, mientras los nuestros disfrutan de privilegios no merecidos y comprar en "malls".

Ojalá que nuestros profesores dimensionen la importancia de la autoestima y refuercen su trabajo orientando a padres de familia en el fortalecimiento de mentalidad de sus hijos.

Si va a elegir escuela para sus familiares, le sugiero busque una que los eduque, no solamente los instruya. ¿Acepta?

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