En varias ocasiones se ha escrito en esta columna sobre el tema del calentamiento global y los cambios climáticos y he tenido la oportunidad de conversar con algunos de mis lectores, sobre este punto. Pero bueno, alguien se estará preguntando, ¿realmente será eso posible? Me refiero a la posibilidad de tener un encuentro con alguien que me lea, pues ocurrió y mientras nos tomábamos un rico café con pan obvio, me preguntó: ¿qué es lo que pasará aquí en donde vivimos cuando llegue el cambio climático? ¿y por qué no puede detenerse? Debo decir, que mi interlocutor mientras preguntaba mantenía una actitud de escepticismo, de esas que algunos llaman, mal, por cierto, negacionista. Que a mí no me extrañó, pero sí me afectó a la hora de explicarle, porque quienes hemos dado clase o participado en alguna conferencia no hay peor estímulo que el de aquella persona que está ahí sentada en un buen lugar, poniendo atención, pero moviendo la cabeza negativamente sin parar. Inicié mi respuesta con una pregunta: ¿qué es lo que más te molesta del clima de aquí donde vivimos? Bueno mira, yo soy team frío, respondió con cara de fashion, o sea que lo que más me molesta son los infernales calorones y que no llueva. Mi primera respuesta fue corta buscando crear una condición más adecuada para una conversación entre dos, le dije: pues eso es exactamente lo que más se está acentuando con el cambio climático aquí donde vivimos, los infernales calorones son olas de calor que cada vez serán más intensas y frecuentes, y desafortunadamente cada vez serán más comunes las sequías, lloverá poco y donde a veces no queremos que suceda. Ahora mismo, la sequía nos está afectando gravemente la presa Lázaro Cárdenas mejor conocida como El Palmito, se encuentra en un 30 por ciento de su capacidad y ya la única esperanza es que ocurra algún ciclón en el pacífico que nos deje agua suficiente para llenarla nuevamente y así no se vean afectados los ciclos agrícolas de los próximos años.
La crisis se puede agravar, pero, aunque se ve muy complicado los científicos del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático, Por sus siglas en inglés), piden que se contenga la subida de la temperatura promedio de la Tierra hasta el 2100 en menos de 1.5 grados centígrados respecto al periodo anterior a la Revolución Industrial. Según el mismo IPCC la temperatura promedio ya ha subido 1 grado centígrado y para contener la subida a 1.5 se debe actuar de inmediato. Dice el IPCC para antes de 2030 habría que reducir a la mitad las emisiones de dióxido de Carbono y eliminarlas por completo antes de 2050.
Lo cual se ve muy difícil ya que las emisiones de gases de efecto de invernadero como el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso y los gases fluorados, procedentes de las actividades humanas han aumentado hasta concentraciones en la atmósfera que no se habían visto en millones de años, desde una época en la que en el Polo Sur crecían árboles y los niveles del mar subieron unos 20 metros (libro El Clima, creado por Greta Thunberg).
En esta parte de mi extensa participación, mi interlocutor me interrumpió para pedir que diera ejemplos de cómo las actividades humanas aumentaban las concentraciones de gases de invernadero, esto me motivó porque me di cuenta que estaba siguiendo y sobre todo entendiendo el contenido de mi extensa participación.
Pensé en las actividades que más emisiones generan, en el sector Energético por ejemplo o en la actividad industrial y/o agrícola, pero no, consideré que el transporte es una actividad que diariamente hacemos todos y que además tiene alternativas sostenibles más próximas para reducir las emisiones.
Dos terceras partes del consumo de petróleo es usado para combustible de coches y camiones. Cualquier cambio en esta actividad puede coadyuvar en la reducción de emisiones. Por ejemplo, de acuerdo con las últimas proyecciones se estima que en 2014 ciclistas con bici eléctrica viajaron 249 mil millones de millas, principalmente en China, según investigaciones de Mercado, se proyecta que los viajes pueden aumentar a 1.2 millones de billones de millas por año en 2050. El abandono de los automóviles impulsará ese crecimiento, que promete ser mayor en toda Asia y en los países de mayores ingresos, la solución podría reducir una gigatonelada de dióxido de carbono.
Aunque no parece ser una opción para Latinoamérica y localmente menos, el ejemplo fue válido para mi interlocutor, quedando pendientes otras dudas. (el tema de la bici eléctrica fue tomado de un documento sobre transporte de Paul Hawken).