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Columna

¿Y los carteles gringos?

YOHAN URIBE JIMÉNEZ

Si algo queda claro, en la lucha a modo que contra las drogas libra el gobierno estadounidense, es que lo que más preocupa a los sectores conservadores de ese país, no es el papel de México en la producción, tránsito y distribución de fentanilo (que en realidad es mínimo), sino descubrir que por primera vez el cartel generador de la pandemia por el consumo de este opioide es totalmente estadounidense, y que el año pasado cobró la muerte de más de 106 mil ciudadanos de la Unión americana.

Con una mirada simple al más reciente informe del CATO Institute, se pueden obtener interesantes conclusiones, como que en última instancia el 99 por ciento del tráfico de fentanilo es financiado por los mismos ciudadanos norteamericanos, y las principales incautaciones de este opioide son realizadas en los cruces legales a ese país, y no es llevado por los indocumentados que intentan ingresar a Estados Unidos por la frontera con México, lo que deja sin sustento el argumento del senador Lindsay Graham, que sino busca politizar el tema previo a las elecciones presidenciales, entonces muestra que al menos desconoce el tema, mucho más grave.

En los últimos meses se han anunciado medidas desde el poder ejecutivo, en cabeza del propio presidente Biden. En el legislativo encabezadas por el senador Graham. Y con menos ruido por algunas agencias de seguridad como la DEA y el propio FBI. Sin embargo, en su aparente indignación, se escuchan los voceros del gobierno estadounidense señalando a México como responsable de su crisis de salud, pero a ninguno se le ve presumir resultados contra los carteles estadounidenses que obtienen millonarias ganancias. No hay grandes detenciones a lavadores de dinero, distribuidores, o jefes de bandas, y eso sí que llama la atención.

Incluso, aunque en la actual administración del gobierno mexicano, las cifras de incautación de esta sustancia han crecido en un mil 79 por ciento, según datos de la propia Secretaría de Seguridad Publica de la Federación, y de eso está consciente la propia agencia norteamericana contra las drogas; siguen siendo mínimos los intentos de introducir fentanilo a Estados Unidos desde suelo azteca. Sin que hasta el momento se señale al principal productor y distribuidor de esta sustancia en el mundo, China.

En un alto porcentaje, más del 86 por ciento, son los ciudadanos estadounidenses los condenados por tráfico de fentanilo en la Unión Americana, según la propia Comisión de Sentencias de Estados Unidos, que se puede consultar en línea, y nos los indocumentados, como ahora quiere hacer creer el senador Graham. Lo curioso es que parte de las acusaciones del senador republicano se basan en una encuesta de percepción entre simpatizantes de ese mismo partido y que replicaron casi sin ningún cuestionamiento los medios de comunicación, es decir como si los datos duros en ese país no existieran cuando del opioide se trata.

Tratar de llamar la atención del electorado, en sintonía con los medios de comunicación, al buscar considerar terroristas a los carteles mexicanos, es tan descabellado como los argumentos que Trump cuelga en Twitter cada vez que busca librarse de un escándalo. Hacen daño a los países que sufren la violencia de los carteles, no queda claro si al llamar terroristas a los carteles se le podría acusar de complicidad a los bancos que lavan su dinero (muchos de ellos estadounidenses) y a los distribuidores de armas que los hacen letales y peligrosos.

Si algo ha enseñado la literatura sobre tráfico de droga, es que desde que Nixon declaró la guerra contra las drogas en 1971, han sido las propias agencias de seguridad estadounidenses, las encargadas de controlar el ingreso de cocaína, heroína, marihuana y opio en complicidad con los propios carteles de centro y sur América. No hay condenas ni a los directores de estas corporaciones ni a los mandos medios a pesar de las innumerables investigaciones que los han dejado en evidencia.

Es por esta razón que mientras no veamos una verdadera lucha contra los carteles gringos, no podemos creer que exista un interés genuino de ese gobierno en la lucha contra las drogas, sus ciudadanos le importan poco cuando el Dios Dólar sigue siendo quien adoctrina una sociedad de consumo y cuya clase política es tan corrupta como la de los países donde se produce y distribuye la droga que tanto aborrecen. Con una justicia que premia a narcotraficantes confesos que colaboran pero para dejar su fortuna en ese país.

Es válido preguntarse por qué crece la interminable lista de narcotraficantes, muchos de ellos más peligrosos y poderosos que Joaquín "el Chapo" Guzmán, que hoy viven en libertad y gozan de protección del gobierno de Estados Unidos luego de haber colaborado con la justicia gringa, no sólo en entregar a sus cómplices, sino entregando los miles de millones de dólares que obtuvieron como ganancia del tráfico de drogas, es decir que mientras haya dinero por toneladas, poco les importa el daño a la salud de sus connacionales.

@uyohan

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Escrito en: Yohan Uribe Jiménez Editorial Yohan Uribe Jiménez

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