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Diálogo

Vértigo

YAMIL DARWICH

En esta entrega, pretendo compartir con los lectores más jóvenes el "vértigo" que a los adultos "de la edad media, de 69 a 79 años" -según la nueva clasificación de edades- nos causa la velocidad que ha tomado la comunicación en los últimos 50 años, particularmente en el campo de la computación.

Para tales "muchachones", nos resulta maravilloso leer sobre la inteligencia artificial -ya dialogamos sobre ello- y nos enfrenta al gran dilema: aprendemos lo básico o nos convertiremos en analfabetas funcionales.

Hagamos que los más jóvenes imaginen nuestros constantes confrontamientos con la tecnología: el teléfono fijo fue un verdadero adelanto y aún en los sesentas del siglo anterior, poseer uno en casa -en la sala- representaba una modernidad; sobre el acontecimiento recuerdo muchas anécdotas que algún jueves dialogaremos.

La televisión, en blanco y negro, fue otro acontecimiento que nos maravillaba y solo las familias de mayores recursos pudieron prevenir su llegada comprando uno de aquellos televisores que, además, eran mueble de sala con maderas finas y pulidas: verdaderos armatostes que requerían carpetas tejidas y encima floreros y/o "figuritas".

Luego, disfrutarla representaba todo un acontecimiento familiar, solamente de las cinco de la tarde a las once de la noche, con programas de música o de divertimientos que ahora son considerados por los jóvenes como aburridos… "sin chiste".

Si Usted vivió esa época, cuente a los suyos sobre Capulina y su programa o Paco Malgesto, narrando corridas de toros; aún más: ver -días después- las peleas internacionales de box o partidos de futbol -"jugando como nunca y perdiendo como siempre"-, entre imágenes borrosas y sonido muy deficiente.

Ambos artefactos crearon un cambio importante en la vida cotidiana; entonces, aquellos jóvenes podíamos comunicarnos con nuestros padres -a eso de las once de la noche y pedirles permiso de llegar un poco más tarde- y semanalmente, románticamente llamar a la novia desde el lejano DF, quizá una vez por semana y "rapidito", porque los costos eran escandalosos.

La llegada del televisor a color fue otra maravillosa experiencia. Recuerdo ir a ver aparadores de tiendas que las presentaban con bombo y platillo; al llegar la primera a casa de mis padres, fue causa de reuniones familiares para ver y oír noticieros transmitidos en vivo.

¡El colmo!: presenciar el alunizaje de los primeros hombres en nuestro satélite -en realidad, imaginar en mucho por la mala imagen-. Pensábamos quedándonos cortos en lo que vendría después.

Podríamos seguir citando avances: el teléfono ¡inalámbrico!, que poco a poco se hizo necesario, hasta llegar a ser… ¿indispensable? para casi todos los mexicanos; los cambios de tecnología en los televisores -¡con botonaduras para seleccionar canales!-solamente unos cuantos-; la reducción en tamaños de los artefactos y las opciones de servicio. Espectaculares aparatos grandes o chicos, luego a enormes, caso de las pantallas, siguiente salto asombroso. ¿De verdad necesario?

Hoy, los teléfonos "inteligentes" ofrecen maravillosas alternativas; así, los médicos lo utilizan para revisar conceptos, diagnósticos, laboratorio y/o hacer cálculos de dosificaciones; hasta interpretar electrocardiogramas al instante, caso del cardiólogo Eduardo Díaz de León -recomendado-.

Tuve la fortuna de utilizar mi primer computador en la universidad; una pequeña Macintosh, que me dejaba guardar información en tarjetas de cartón. Luego debieron pasar meses para que le perdiera el miedo, en tanto, la disfrutaba un joven colaborador apodado "Chuchumeme".

Y de nuevo los vuelcos vertiginosos: teléfonos más pequeños, computadores que les llamaron tabletas, más y más programas ofreciendo lo más variado y, ante todo, la comunicación instantánea a grandes distancias y ¡con video!

Locura de felicidad platicar con familiares y amigos en tiempo real, con imagen de excelente calidad e intercambiando datos y fotografías, todo a la vez. Seguramente mi tía más vieja las consideraría "¡cosas del chamuco!".

La sorpresa: ver a los niños explorar y dominar alternativas en cosa de minutos o jugar con diferentes programas -muchos, desafortunadamente, dañinos y belicosos-.

Hoy día, nos advierten que las computadoras ya deberán considerarse del pasado y empezar a entender la nueva tendencia: la ¡computación cuántica!

Raymundo Peixoto, -SVP Data Center Solutions de Dell para Latinoamérica- asegura que la computación cuántica ya no es un concepto, es real y tiene el potencial de abordar problemas que hoy ni las supercomputadoras más poderosas del mundo pueden enfrentar ya que la "computación clásica" calcula con bits con seriación de 0 y 1, mientras que, con la nueva tecnología, los qubits pueden ser 0 y 1 al mismo tiempo - superposición-.

Cuando dialogamos sobre el ChatGPT, recibí varios comentarios sobre otros programas que igual atienden peticiones de trabajo, solicitudes antes impensadas y las posibilidades ya son difíciles de dominar, aún por los conocedores.

Si usted tiene "edad media", busque quién le mantenga medianamente informado y capacitado para interactuar; si es joven, le invito a ayudar a quienes batallamos por comprender esta posmodernidad. ¿Acepta?

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