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No hagas cosas buenas...

Un dictador

ENRIQUE IRAZOQUI MORALES

Ya se ha usado en este espacio este adagio, pero es imposible no citarlo ante la actual situación de la agenda pública nacional: "Dios está con los malos, cuando los malos son más". Esto nuevamente viene a cuento por lo que está sucediendo con el actuar del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Nadie en juicio sano y justo puede negar que el tabasqueño tiene el mérito de realmente hablar por los que menos tienen. Incluso nadie puede negar que quizá (habría que hacer un juicio justo del actuar del doctor Ernesto Zedillo Ponce de León) actuó como él, en favor de los más pobres.

En ese sentido nadie puede regatear a Andrés Manuel, parcialmente en actitud, ha actuado bien, y sobre todo que ha hecho actos de justicia para los olvidados.

Todos los días en todo el mundo democrático se suscitan batallas por el poder. Los del gobierno en turno defienden su actuar, minimizan las fallas o incluso tratan de banalizar los actos de corrupción que ocurren en su actuar. Por el lado de los opositores es todo lo contrario. Generalmente solo buscan el reflector, el micrófono, la pluma o cualquier medio de comunicación masivo para descalificar el proceder de quienes ostentan el poder. No importa si quien gobierna actúa acertadamente o decentemente. Es común escuchar a opositores intentar dinamitar buenas acciones de quienes toman decisiones públicas, anteponiendo su interés de grupo sobre el bien general.

Ese es el contexto común en México. Sin duda, el arrollador y democrático triunfo de López Obrador en junio de 2018 fue un parteaguas en la vida pública nacional, y de alguna manera suscitó más cambios que los que en el pasado se vivieron con el triunfo de entonces opositores. Fox no cumplió ni remotamente las expectativas de cambio que nos prometió a los jóvenes de aquella generación. El triunfo de Enrique Peña Nieto, con bandera opositora, no hizo sino exacerbar las prácticas corruptas que la clase política y el país habían padecido por décadas.

Todo en este contexto previo es para intentar entender que en la lucha del poder por el poder, la inmensa mayoría de la población no tiene acceso a los puesto de mando ni a los privilegios que ello tiene consigo, pero sí padecen o disfrutan las políticas públicas instrumentadas desde las altas esferas del poder.

En el caso del presente sexenio, quién puede desestimar la prudencia en el manejo de economía en términos de déficit público y gasto gubernamental. La apreciación inusitada del peso sobre el dólar no es obra del azar. El nearshoring, producto del distanciamiento entre Estados Unidos y el gigante asiático, China; el récord en el monto de las remesas que paisanos envían desde la nación vecina del norte a nuestro país en dólares y en los últimos meses derivan del tipo de cambio que hoy tenemos. Pero hay que reiterar, el gobierno federal está haciendo lo suyo en lo que le corresponde en esta materia precisa.

El mérito más grande y muy valioso de este gobierno es haber elevado el salario mínimo como nunca ha sucedido. A eso hay que agregarle la reforma laboral que contuvo en parte el abuso sobre los derechos sociales de la clase trabajadora bajo la figura del outsourcing.

Hoy en México hay mejores salarios para los que menos perciben y eso es justo, eso es bueno.

Lo que no es bueno es lo que hace el presidente Andrés Manuel López Obrador desde su púlpito mañanero. Ha cargado burdamente contra el Instituto Nacional Electoral, el cual no pudo cargárselo; más vergonzoso lo hizo con la presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien al no someterse, utilizó a sus huestes para intentar minarla de la peor manera.

Y la lista de los atropellos de López Obrador sigue. Toda persona o grupo que no se le plegue, lo ataca como un pandillero cobarde. Y cobarde porque como el propio presidente dice, él cuenta con "el pueblo" que son más, "Dios está con los malos".

A hacer votos porque la institución mexicana soporte el embate de este presidente que intenta convertirse, en los hechos, en un dictador.

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Escrito en: editorial Enrique Irazoqui editoriales

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