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Siempre los mánagers

JUAN GARCÍA

Cuando dejó de ser jugador activo, mi padre, Jesús García López, pitcher, buen pitcher amateur, supo entonces lo que era ser mánager de equipos de beisbol. Lo supo en el sentido de que le tocó vivir la tremenda experiencia que significa tener la responsabilidad de dirigir una novena. Fue entonces que comprendió lo incomprendidos que suelen ser los pilotos de escuadras beisboleras.

Decía él que cuando el equipo se lleva el triunfo en un juego muy difícil, la victoria siempre se atribuye al hit oportuno de fulano, a la sensacional atrapada de mengano, a la forma como perengano se fajó en la loma de los disparos, al toque de sacrificio muy bien ejecutado por zutano y así por el estilo gracias a este o aquel. Ah, pero cuando se pierde, siempre, invariablemente siempre, el de toda la culpa de la derrota es el mánager.

Como todo en la vida, a las cosas hay que darles su debida dimensión y alcance. El legendario Casy Stengel fue exitoso mánager de los Yanquis de Nueva York durante doce años (1949-1960), quizá el mejor periodo que los llamados Bombarderos del Bronx han tenido en toda su historia, y durante el cual Stengel los llevó media docena de veces a ganar la Serie Mundial.

Pero los Yanquis de esos años formaban con un verdadero y tremendo trabuco, tal vez como no ha habido otro igual en más de un siglo en Grandes Ligas. Por eso se decía de los Yanquis que podían coronarse con Casy Stengel, sin Casy Stengel y aun a pesar de Casy Stengel. ¿A qué viene lo anterior? A que el equipo local entró en una mala racha en las series 22 y 23 de la campaña, la primera en casa y la segunda en gira, ante adversarios débiles según el standing.

La primera de las series mencionadas en casa, los días viernes 7, sábado 8 y domingo 9 de julio contra el equipo que ocupaba, y ocupa, el último lugar de toda la Liga: los Piratas de Campeche. Conjunto este al que solo se le pudo ganar uno de los tres encuentros pero, quizá lo más grave, fue la vergonzosa derrota del domingo 9 por paliza de 15 carreras a 3. La afición esperaba que jugando en casa, al equipo que ocupaba el sótano profundo se le podía ganar por barrida. Mal síntoma al no haber ocurrido así.

Luego vino la catástrofe en Durango frente a los Generales. Al iniciar la serie el martes pasado, hace una semana, Durango ocupaba el séptimo lugar en la tabla de posiciones de la Zona Norte, fuera del área de clasificación para la postemporada, y UL el segundo lugar, apenas un par de juegos abajo del líder, Toros de Tijuana. Pero UL sufrió dolorosa barrida, los últimos dos desafíos incluso por paliza de 14 a 7 y 11 a 0, respectivamente los días miércoles y jueves. 

El responsable único y absoluto de la debacle: El mánager Ramón Orantes. ¿Y ahí queda todo? ¿Qué procede ahora que el pasado fin de semana también se perdió la serie, y en casa, ante los Mariachis de Guadalajara, el penúltimo lugar de la Zona Norte?

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