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No hagas cosas buenas...

Prejuicios que evitan

ENRIQUE IRAZOQUI MORALES

Al inicio de esta semana, una parte de la agenda mediática del presidente Andrés Manuel López Obrador se centró en resaltar los recientes resultados emitidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), instancia gubernamental con autonomía y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la político-social y la medición de la pobreza en México

Los resultados en verdad son alentadores. En el 2022, el Coneval informa que la población en situación de pobreza, que aumentó de 41.9 a 43.9 por ciento entre 2018 y 2020, bajó en 2022 a 39.6 por ciento. Esto quiere decir que el número de pobres se redujo de 51.9 millones en 2018 a 46.8 millones en 2022. Más de 5 millones de mexicanos dejaron de estar en lo que el Coneval llama "pobreza multidimensional".

El presidente dijo sentirse muy orgulloso de estos datos, y tiene razón. Se trata de un avance de unos de los peores lastres de México (quizá el peor, pero la pobreza masiva en la que vivimos el pueblo mexicano es el resultante de otros problemas, como la ausencia de un estado de derecho real, un sistema de educación con enormes áreas de oportunidad, gobiernos del pasado corruptos que impidieron una armónica marcha económica)

Sin embargo, dentro de los datos del propio Coneval, también existe un foco rojo. La pobreza extrema creció de 8.7 millones, que se encontraban en esta penosa situación en 2018 a 9.1 millones, quienes cayeron a esta terrible calamidad el año pasado.

Hay que reconocer las decisiones que tomó el presidente para enfrentar esta terrible situación. No obstante, si bien algunas políticas económicas tomadas por el actual régimen han contribuido de manera notable a que ciertamente la pobreza se reduzca, es verdad que otras tantas circunstancias han favorecido a paliar este mal endémico del México postrevolucionario.

El factor principal que se reconoce al gobierno para la reducción de la pobreza han sido sus programas asistenciales consistentes en transferencias pecuniarias a millones de ciudadanos, principalmente bajo los programas de las pensiones para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, el programa rural Sembrando Vida y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro.

Otro elemento que hay que reconocer fue la decisión de impulsar el crecimiento sensible de los salarios mínimos, que orillaron a que el mercado laboral no castigara como solía hacerlo a aquellos que recibían sueldos de mera sobrevivencia. Los que menos ganaban al menos tuvieron un incremento real en sus percepciones que les ayudaron a escapar de la situación de pobreza.

Reconocer también que al no autodenominarse como un gobierno de izquierda, la administración de presidente López Obrador ha actuado con cautela, y paradójicamente, bajo principios económicos "neoliberales", le han dado estabilidad a las variables macroeconómicas, contribuyendo también al abatimiento de la pobreza.

También hubo factores externos que han ayudado a obtener este logro. Las remesas que son enviadas por nuestros compatriotas desde el extranjero. Debido al estancamiento de la economía mexicana en los últimos años, han crecido de manera extraordinaria. Aunque en el 2018 nuestros compatriotas ya habían enviado a México más de 33 mil millones de dólares, en el 2022 la cifra había crecido aún más: 58 mil 400 millones de dólares. Es un crecimiento en 5 años de un 77% por supuesto que esto ha influido.

Pareciera pues que habría que echar las campanas al vuelo, pero esto ni remotamente es así. Cierto que en el actual sexenio existe una mejoría, pero no hay que dejar de ver que el producto interno per cápita en 2018 era de 147,844 anuales, y 4 años después es de 142,030. Los mexicanos somos un 4% menos prósperos y eso es un fracaso.

Se está distribuyendo mejor la riqueza y eso es justo. En términos figurativos se puede decir que el pastel se está repartiendo en pedazos más parejos (muy lejos claro del óptimo, que no significa rebanadas iguales tampoco) el problema es que este gobierno con sus atavismos del pasado, sus decisiones anacrónicas en materia de incentivar la inversión productiva, le ha colocado un freno de mano al crecimiento económico en general que a la postre repercutirá como siempre, en los que menos tienen.

En síntesis. Enhorabuena por el resultado de hoy, pero ojalá el nuevo gobierno que entrará en funciones en el otoño de 2024, mantenga el equilibrio macroeconómico actual, así como el apoyo a los sectores que lo necesitan, pero deje atrás los prejuicios de López Obrador que han evitado que México pudiera estar mejor.

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Escrito en: editorial Enrique Irazoqui editoriales

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