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¿Podrá detenerse la guerra en Gaza?

JORGE ÁLVAREZ FUENTES

Han transcurrido más de siete semanas de guerra y apenas unos cuantos días de la tregua intermediada y pactada entre Israel y Hamas. Una tensa y frágil pausa que ha detenido los bombardeos incesantes y permitido un alto momentáneo a la poderosa incursión militar terrestre israelí, suspendiendo temporalmente la resistencia armada de combatientes palestinos, a fin de dar lugar a un primer intercambio de rehenes, tanto israelíes como extranjeros, a cambio de prisioneros palestinos, en su mayoría mujeres, jóvenes y niños de ambas partes. Al igual que la entrada urgente y en mayor volumen de la necesarísima ayuda humanitaria por el sur de la franja de Gaza, parte integral de la tregua, con la colaboración del Comité Internacional de la Cruz Roja y los organismos responsables de Naciones Unidas. Todo ello está sucedido en medio de grandes incertidumbres, múltiples tensiones internas y contradicciones en el terreno, e innumerables presiones externas para que se extienda la tregua, subrayándose la necesidad y urgencia de detener esta guerra demencial. Qatar, Egipto y Estados Unidos, los países mediadores, realizan diversos contactos e ingentes esfuerzos políticos, junto con continuas e intensas negociaciones diplomáticas de intermediación para que la frágil tregua acordada se prolongue y pueda conducir a un cese al fuego definitivo, firme y sostenible, habiéndose sumado China a tan difíciles propósitos. El gobierno de Israel, que sigue encabezando Benjamin Netanyahu, ha declarado estar dispuesto a ello siempre y cuando más rehenes sean liberados, al menos 10 cada 24 horas, mediante acuerdos firmes y comprobables en los próximos días. Hamas ha fijado también sus condiciones. El conflicto continúa, los enfrentamientos persisten. Ha llegado a un momento en extremo grave y posiblemente decisivo. ¿Podrá esta tregua ser el principio del fin de la guerra? Reconociendo que esta medida de alivio es apenas una pequeña y primera porción de lo que se requiere para, efectivamente, conseguirlo.

Esta pregunta, que muchas personas se hacen alrededor del mundo plantea una interrogante fundamental más que coyuntural: ¿serán acaso estos esfuerzos de mediación capaces de conducir, en los hechos, a que se alcance un cese al fuego, a suspender definitivamente las hostilidades, a detener la destrucción diaria de miles de vidas humanas y poder vislumbrar el camino que conduzca a una prácticamente imposible salida negociada, después de todo lo ocurrido después del 7 de octubre? O bien, como el primer ministro Netanyahu y el gabinete de guerra israelí han reiterado, las fuerzas de defensa israelíes, al concluir la tregua, reanudarán sus operaciones militares y las harán extensivas al sur del enclave, donde se encuentran desplazados, de manera forzosa, más de un millón de palestinos y volverán las hostilidades, con Hamas desafiante, y se seguirán prolongando los enfrentamientos, los cuales, ciertamente, no han disminuido en Cisjordania, ni ha habido calma en los otros frentes, en Líbano, en Siria y también desde Yemen.

¿Podrá cesar pronto esta guerra cruenta e insensata, que ha causado tantas muertes y dañado las vidas de miles de civiles? ¿Cuál será el futuro de la franja de Gaza? ¿Cuál será el destino trágico de niños, mujeres y hombres gazatíes atrapados? ¿Vendrá una inviable reocupación israelí o una reconstrucción internacional de ese territorio bloqueado y bajo sitio? ¿Desembocará eventualmente en un conflicto regional abierto? Después de toda la barbarie, de la escala de violencia ejercida por ambas partes y las múltiples secuelas de esta guerra que no ha dejado de ampliarse y que no se disiparán cuando algún día dejen de escucharse las bombas, las sirenas y los obuses, ¿acaso se crearán las condiciones y otra oportunidad para retomar y rencausar con determinación -con otros protagonistas- un proceso de negociaciones de paz, hoy más que nunca muerto y enterrado, y construir las bases mínimas para abandonar la retórica hueca de la hoy irrealizable solución de dos Estados, que deje de ser un mantra y pueda recobrar verdadero sentido de coexistencia como un objetivo superior?

¿Resistirá el gobierno de Israel las crecientes presiones internacionales, paralelas a las de sus líderes militares, aún más a las que provienen de su propia sociedad civil movilizada y consciente para anteponer de manera prioritaria el rescate y regreso de todos los rehenes? Aun con la entrada de suficiente ayuda humanitaria ¿cómo y en dónde vivirán los cientos de miles de palestinos en Gaza después de tanta destrucción?

En medio de tantas incertidumbres, el conflicto palestino israelí no se irá. Palestina e Israel, al igual que sus vecinos no podrán volver atrás, aun si sus gobernantes desconectados de sus poblaciones jóvenes pretendan seguirlos engañando para mantener el statu quo, que ha puesto al descubierto la disonancia entre la justicia y la paz, la hipocresía y la doble moral. Está quebrada la civilidad para administrar -ya no se diga resolver- este conflicto que ha probado ser intratable innumerables veces, incluso después del proceso de Oslo.

No nos llamemos a engaño. Una tregua y un cese al fuego no conducirán a un entorno suficiente y propicio. Para que haya condiciones y se pueda pensar en llevar a cabo otro y auténtico proceso de negociaciones de paz, será necesario un Israel post Netanyahu, una Palestina post Hamas y post Abbas, una Organización de Naciones Unidas y una Unión Europea eficaces y unos Estados Unidos que verdaderamente sean un árbitro imparcial y honesto. Sólo así será posible construir un nuevo paradigma que dislocado el statu quo, termine con la impunidad y consiga la justicia transicional.

@JAlvarezFuentes

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