Columnas Social

Pequeñas especies

Pequeñas especies

Un viaje para recordar

MVZ FRANCISCO NUÑEZ GONZÁLEZ

Me encontraba en consulta con el "Güero", un perro criollo de cuatro años de edad, color paja y quince kilogramos de peso, lo llevaron porque no podía caminar y se quejaba, arrastraba sus extremidades posteriores para trasladarse, tenía semanas que lo habían atropellado, su dueño, Salvador, un buen amigo y compañero de primaria, residía en una granja en el municipio de Nazas, Durango; con anticipación me había hablado para preguntar qué le podía administrar mientras lo llevaba a consulta.

Al examinar sus extremidades posteriores muy despacio no se quejó, le hablaba con suavidad, alcancé a detectar una ligera crepitación al palpar la pelvis, no hizo intento de morder, la revisión es muy dolorosa cuando hay algún hueso dañado, en este caso se había fracturado la pelvis, al informar su problema, se sorprendió el dueño porque no se quejó tanto: "con nosotros es muy desconfiado y no se deja revisar, en cambio contigo se dejó manipular como si te conociera".

La fractura estaba en proceso de consolidación, no era expuesta, ni había pérdida de líneas de continuidad, no presentaba dolor intenso y empezaba a recobrar su movilidad, por el tiempo que había pasado no tenía caso una cirugía, vendajes, ni radiografías, solo reposo, analgésicos y desinflamatorios. Quedó muy contento su dueño al saber que se recuperaría pronto, al preguntar mis honorarios, le dije que no había hecho nada, el caso ya estaba resuelto.

Antes de despedirse, me obsequió una gran dotación de corazón de nuez de sus nogales, y me hizo la invitación una vez más para visitarlo a su granja. En las reuniones mensuales de exalumnos del Colegio Mijares, junto con nuestra maestra Antonieta, de sexto grado de primaria, donde egresamos hace cincuenta y cinco años, hacíamos planes para visitarlo. Tres semanas después, le tomamos la palabra a nuestro amigo y decidimos ir un fin de semana, dos amigos y un servidor.

Llevamos una buena dotación de jugosos cortes para asar, y bastante cerveza, pensando que en el camino iríamos disfrutando de la espumosa bebida enfriándola con abundante hielo, no probamos una sola, extrañado nuestro amigo conductor, "Larry", nos preguntó por qué no habíamos tomado; coincidiendo con nuestro amigo "Checo", la cerveza es diurética, y sería muy incomodo ir seguido al baño a nuestra edad en la carretera, solo reímos y coincidimos, qué rápido se fueron nuestros años mozos.

Al llegar a nuestro destino, un paradisiaco lugar, a un costado del río, rodeado de cientos de frondosos nogales, naranjos, limoneros, duraznos, guayabos, toronjos, vid y membrillos. Un sol radiante que bañaba con aplomo la arboleda, acompañado de un silencio majestuoso, donde solo se escuchaba el sutil recorrido del agua del río. En seguida nos recibió nuestro amigo, y mi paciente el "Güero" a quien le dio gusto la visita, inmediatamente noté que apoyaba sus extremidades y se desplazaba sin dolor, había corrido con suerte al restablecerse pronto.

Durante la estancia en la granja jamás se despegó de nosotros, y menos al empezar a surgir los aromas de la carne del asador que la disfrutó tanto como nosotros; comimos placenteramente degustando al fin las cervezas rebosantes en la hielera. Con una abundante plática de recuerdos y risas nos cobijó la noche, el silencio majestuoso del día se transformó en una noche melodiosa de instrumentos musicales, interpretada por la fauna silvestre de nuestro entorno, el estridular de los grillos, el ulular de las lechuzas, el chirrido de las cigarras, el graznido de los cuervos, el cloqueo de los pavos, el croar de las ranas, el gorjeo de las tórtolas, toda esta sinfonía interpretada bajo el mágico escenario de miles de estrellas resplandecientes que nos deleitaban en esa noche plateada.

El frío recrudecía a la intemperie, con gruesas chamarras y una esplendorosa y cálida fogata hecha con gruesos troncos de nogal, y aunado a una deliciosa y amena charla, nos encontrábamos gratamente relajados, alardeando de que no dormiríamos en toda la noche por lo confortable que nos encontrábamos, y pocos minutos antes de la media noche, la plática fue menguando, y nuestros viejos cuerpos pedían a gritos una cálida cama para descansar.

Nuestro anfitrión, nos había preparado una recámara con cómodas camas y abundantes cobijas para dormir placenteramente. Al día siguiente despertamos temprano como todo adulto senil, el fresco del amanecer se acentuaba con la salida del astro rey, nos acercamos a lo que había sido la fogata quedando aún un enorme tronco humeando, minutos más tarde nos encontrábamos degustando un aromático café, con un hirviente y sabroso menudo, acompañado de una exquisita barbacoa de pozo.

La sobremesa estuvo muy amena con la presencia de un colega que llegó a la reunión, "Toño", también excompañero oriundo de la región, que por cierto nos invitó a comer unas deliciosas carnitas y ver el juego del Santos en su casa, teníamos que pasar por Paso Nacional donde él radica al regresar a casa. Al despedirnos de nuestro anfitrión y del "Güero", nos proveímos con una suculenta dotación de productos que elabora para venta de su granja, corazón de nuez, miel de abeja, ate de guayaba y de membrillo, dulce de nuez, duraznos en almíbar, y la clásica nuez entera. ¡Un viaje para recordar!

[email protected]

Leer más de Columnas Social

Escrito en: pequeñas especies Columna sociales amigo, caso, solo, dotación

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Clasificados

ID: 2251298

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx