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Pequeñas especies

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Cómprame un boleto

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

"Penny" es una paciente que llevan con regularidad a la clínica principalmente para estética. A pesar de su avanzada edad de dieciocho años, goza de buena salud, sus males podría decirse que van de acuerdo a la edad; artritis, cataratas, y cuenta con un apetito extraordinario.

Es una perrita cruza de Maltés con manto gris de unos ocho kilogramos de peso, con un carácter noble y cariñoso. Una de las razones de la extraordinaria conservación de "Penny", es el gran amor que existe entre el dueño y su mascota, un joven de la misma edad que ella, es muy atento cuando lleva su mascota a la clínica, saluda y se despide muy formalmente con una estrechez de mano, tengo que escuchar con atención sus palabras pues tiene cierta dificultad al hablar, su familia vive cerca de la clínica, y no hay día que no se les vea pasear a él y a su perrita por las tardes en las aceras circundantes a su casa.

Realmente se ve que ambos disfrutan del paseo, "Penny" camina al lado de su joven dueño, trota alegremente guiada con la correa atada a su pechera de la mano de su propietario. Cuando les veo pasear, pienso que no fue el destino que los unió, sino una "misión divina" que vino a cumplir "Penny", y se interpuso exactamente en el camino de su inseparable amo, ambos no podían gozar de mejor compañía teniéndose el uno al otro, habían crecido juntos, compañeros inseparables de toda la vida.

Al llevarle a la clínica para corte de pelo, siempre regresaba puntual a recogerla sino es que antes de la hora estipulada, parecía que había pasado una eternidad desde que la dejaba hasta que la volvía a ver, también ella ponía algo de su parte, y el feliz reencuentro lo gozaba ambos.

Hace unos días al llegar a la clínica se encontraba "Penny" dentro de las jaulas de los pacientes enfermos, y con gran tristeza recibí la noticia de mi asistente, la había llevado la mamá de su joven dueño para "dormirla definitivamente", últimamente había incrementado sus males y estaba sufriendo, presentaba problemas para incorporarse, su visión era nula, además de otros problemas que padecía, lo único que funcionaba bien era su excelente apetito que jamás lo había perdido.

Llevaron a la perrita en el transcurso de la mañana para que no se enterara su dueño mientras asistía a la escuela, sabían que resultaría muy difícil para él aceptar la eutanasia de la compañera de toda la vida, así que optaron por no informarle de momento. Llegué a dudar en realizar la eutanasia sin el consentimiento de su dueño, pero al analizar con calma la situación, qué mejor que sus padres que conocen a la perfección a su hijo, habían tomado esta decisión tan importante.

Sabía que resultaría muy difícil explicar a su dueño la muerte de "Penny", es muy doloroso pero a la vez sensato poder dar fin a la angustia de un ser vivo, que si pudiese hablar el mismo animalito nos imploraría terminar con el sufrimiento por el que está pasando. Le sugerí a la señora que dijera a su familia que "Penny" había fallecido por causas naturales, lo cual no resultaba difícil de creer por su avanzada edad, al parecer quedamos de acuerdo con esa mentira piadosa al llevarse el pequeño cuerpo de la mascota de su hijo.

Pasaron las horas y después de regresar de la escuela el dueño de "Penny", fue a la clínica a preguntar por su mascota al no verle en casa, tal vez intuía algo, me tomó de sorpresa y se me hizo un nudo en la garganta la forma en que solicitaba mi apoyo, y tenía que ser precisamente a mí a quien se lo pidiese, le informé que no se encontraba su mascota en la clínica, me explicaba que su mamá no estaba en casa, y había salido a buscar a su perrita, mientras observaba disimuladamente las jaulas vacías todavía como último recurso con la esperanza de encontrar a su perrita extraviada, al no verla y convencerse, me agradeció despidiéndose formalmente de mano.

Me dio gran remordimiento no hablar con la verdad, pero sus padres eran los indicados para explicarle con mayor tacto la noticia, pasaron algunas horas y regresó el joven de nuevo a la clínica, sentí que me encontraba con un gran dilema, pasaron por mi mente cantidad de explicaciones sobre qué decir respecto a la desaparición de su perrita, y al fin tener que informar la verdad de lo que había sucedido, que había sido yo quién puso fin a la existencia de su querida mascota.

Al recibirlo me extendió nuevamente la mano y me saludó efusivamente diciendo: "Ahora no vengo a preguntar por 'Penny', vengo a que me compres un boleto de mi escuela", con gusto le compré uno, y le dije que regresara después por si le quedaban algunos, se despidió como habitualmente lo hacía y me dijo, "¡Mañana vengo!"

Después de que se marchó respire con tranquilidad, y comprendí que probablemente ya estaba informado sobre su mascota, y fue cuando leí lo que había comprado, era un boleto para la rifa de unos arcones de Navidad de la escuela de educación especial de jóvenes "Down".

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