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Pequeñas especies

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Recuerdos de la facultad

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

Nos encontrábamos en la clase de clínica canina en el cuarto año de la carrera, la impartía el Dr. Vicente Coutinho. De los treinta alumnos que formábamos el grupo, eligió a un servidor para responder la siguiente pregunta, lo recuerdo perfectamente como si hubiese sido ayer: "Usted es el doctor de una clínica veterinaria, y entra a consulta una señora evidentemente embarazada y le pregunta; 'doctor me acaba de morder en un brazo un perro desconocido, tengo ocho meses de embarazo, ¿recomienda que me aplique la vacuna antirrábica?' ¿Usted que haría en este caso?".

"Le diría a la señora que soy médico veterinario y no puedo hacer recomendación alguna respecto a su vacunación. Lo que podría sugerir, es que fuese a consultar a un médico cirujano, o un obstetra".

Me dio la razón el maestro y nos recomendó: "jamás olviden esta experiencia que les va a evitar muchos dolores de cabeza en un futuro, siempre tener presente que estudiamos para médico veterinario y no debemos usurpar otras profesiones".

Me trajo recuerdos esa clase de la facultad, pues hace unos días llegaron a la clínica dos señoras y un niño de seis años aproximadamente, también entró un perrito criollo.

Sin saludar, presentarse o preguntar por la consulta, me dice la mamá del niño: "Doctor a mi hijo lo mordió una garrapata, la traía en la espalda y le dejó una herida, ¿qué le doy al niño?".

Cuando tenemos algunos años de experiencia en la profesión, podemos detectar a los clientes que llegan a la clínica, y en este caso noté que se trataba de una persona especial, un simple saludo, presentarse, o esbozar una sonrisa, nos dice mucho sobre la personalidad de las personas. No conocía a la señora, evidentemente se notaba molesta. Inmediatamente me vino a la mente aquella clase de clínica canina en la facultad.

"Señora, no soy el indicado para darle una recomendación y desconozco qué aplicar al niño, sugiero que lleve a su hijo con un doctor o a un centro hospitalario para atenderlo. Con gusto le puedo ayudar si trae al perro a consulta, o si capturó la garrapata podemos detectar el tipo de ectoparásito que se trata".

No la noté convencida con mí respuesta, y se retiró sin preámbulo alguno. Han sido varias las ocasiones en que clientes me preguntan sobre sus enfermedades, y tratamiento, en una ocasión una señora al ver que la operación de su mascota resultó exitosa, no presentó dolor ni postración, y que la cicatriz quedó imperceptible, en broma decía que había preferido que la hubiese operado de una cirugía que no le resultó tan benévola como la de su mascota.

Afortunadamente siempre recuerdo esa clase de la facultad. Aunque debo confesar que rompí esa regla, al regresar del viaje de recién casados, aproveché un congreso de veterinarios en la ciudad de Puebla cuando regresamos de Acapulco, el cambio de clima hizo que mi reciente esposa se resfriara y presentara fiebre, le administré algunos medicamentos, después de unos minutos padecía comezón en las manos y las sentía inflamadas, casi era media noche y no le presté atención, y al decirme que se le dificultaba respirar, inmediatamente llamé a la recepción del hotel para solicitar un medicamento urgente de alguna farmacia cercana, afortunadamente en unos minutos la inyectaba contra el shock anafiláctico que estaba presentando. Fue la primera vez que me animé a medicar e inyectar a un ser humano, lo cual permitió llegar a cuarenta años de feliz matrimonio.

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