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Palabras de poder

ALEJANDRO TOVAR

Hay literatos que profetizan y se disfrazan de poetas, cuya prosa envuelve cuando se hermana al sentimiento e ilusiones de lectores que disfrutan de una auténtica libertad para romper con la cadena emocional que ata a tantos que se obstinan a seguir la manada, sin escuchar su propia voz. Como el ejemplar Albert Camus (1913-1960) nativo de la Argelia francesa, cuya tarea desde joven fue aprender a pensar bien, hecho que significa lo más difícil del mundo.

Novelista, filósofo, periodista, a menudo se remontaba a los días de la juventud, cuando era el arquero de equipos universitarios, porque el juego de futbol, señaló su vida para siempre. "La pelota nunca viene hacia donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se llama recta".

Es cierto. Quien ha jugado en el colegio, en los barrios, en los llanos, termina por ser atrapado por el juego para siempre, porque el futbol dentro de la pasión, educa en valores como el compañerismo, el trabajo en equipo, la disciplina, la solidaridad y la amistad. Camus tenía razón porque el futbol te enseña a ser competitivo y podemos decir "que mucho le debemos al futbol".

Albert Camus obtuvo el Premio Nobel de literatura en 1956 y fue influenciado por Sartre y Kafka. Si viviera el romántico portero defensor del existencialismo se volvería a morir, al observar primero que su Racing Club de París desapareció pero sobre todo por el morbo y el negocio que rodea al querido juego, donde los medios y sponsors han hecho millonarios a los jugadores y éstos se han convertido en mercenarios y donde la tecnología contribuye también a ahorcar su esencia.

Camus admiraba a Carlos Gardel (1890-1935) sobre todo con su tango Madreselva (de Canaro y Amadori). "Así aprendí que hay que fingir para vivir decentemente. Que amor y fe, mentira son y del dolor, se ríe la gente", verdades totales. Ese escritor acertó que el juego hipnotiza para siempre a la gente pero no supo decirnos cómo sustraernos de su influencia cuando le sobran legionarios y se escasean las sutilezas, para desesperación de los puristas y golean la inestabilidad emocional.

El futbol es gestor de su historia y leyenda. Ahora mismo a Mr. Cocca le sobran reproches. Los fans pumas quieren al joven Puente lejos, la furia americanista se desborda en Jiménez y Layún. En Atlas ya dudan del muchacho Mora. Tigres gana puntos pero también flaquea y Chima Ruiz tiene detractores que piensan, tiene imagen de muchacho de pueblo, no estilo de un DT famoso. Uff.

Aquí, Fentanes debe leer a Camus para confirmar que el medio profesional no es ni por asomo lo que el soñador escritor veía. Eduardo no es culpable de que sus defensores tengan más nervio que finura, que su grupo tenga más tambores que explosivos, que sus laterales luzcan al ataque y mueran en balones por alto, que sus atacantes carezcan de puntería. Sabe que el suyo es un puesto amenazado y volverá a encontrarse con  Camus por aquello de que: "El futbol es una escuela de vida y de una moral aprendida de manera espontánea".

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Escrito en: Al Larguero

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