
(RAMÓN SOTOMAYOR)
La saltillense Natalia Alejandrina Blanco acentuó su camino en el arte tras cursar la licenciatura en Diseño Gráfico. Se instruyó en cursos de pintura, de gestión cultural y demás cuestiones referentes a las artes visuales. Desde entonces no ha dejado de trabajar, de idear proyectos y, sobre todo, de experimentar.
La artista está en Torreón por la inauguración de su reciente exposición titulada ‘La recolectora. Vestigios de sanación, mi desierto se llama catarsis’, la cual permanecerá durante un mes en el Centro Cultural Antigua Harinera, ubicado en pleno corazón del sector Alianza.
Horas antes del cóctel, la nave industrial que se ha convertido en galería contiene un silencio que sólo es interrumpido por el paso del ferrocarril, en el poniente de la ciudad. En el centro, una de las instalaciones de Natalia Alejandrina Blanco muestra una serie de lienzos que cuelgan sin tocar el suelo. Esta pieza es interactiva y la realizó con la intención de que los asistentes pudiesen pasar a través de ella y relajarse como si fuesen olas del mar.
Alrededor hay mesas con distintas piezas de barro, algunas de ellas con figuras de dinosaurios y fósiles. La artista descansa en un sillón, ubicado en uno de los extremos de la sala, y comparte que la identidad es un tema clave en su trabajo.
“Desde que encontré mi estilo siempre he trabajado con identidad. Siempre he hecho asociaciones o cosas muy referentes al medio donde vivo, a lo que soy, a las personas que están cerca de mí; una identidad sobre lo que me rodea hasta lo más íntimo”.
Gusta de trabajar el espacio, ya sea cerrado o abierto. Tiene sumo interés en que el público pueda interactuar con las piezas. Aboga por la colaboración y por una perspectiva del arte que resulte incluyente.
“Esta exposición es distinta a lo que he trabajado anteriormente. Si bien ya había trabajado con telas, eran telas pintadas y hacía instalaciones con ellas. Pero, en octubre del año pasado, tuve una residencia en España, en la región de Andalucía, donde me seleccionaron un mural escultórico que hice con la técnica del trencadís, que es lo que hacía Gaudí”.
Esa experiencia le hizo percatarse de su gusto por trabajar con tierras. Debido a eso, ha comenzado a crear con barro y hacer esculturas. Fue el mismo caso para los soportes textiles.
“La exposición se llama ‘La recolectora’ porque este tema lo tengo desde siempre. Te digo que me gusta mucho trabajar con identidad y me gusta mucho viajar. Entonces, a donde viajo me gusta conocer sobre la identidad, hacer anotaciones; tengo mis libretas de viaje que a la vez son como mis bocetos. Voy anotando cosas que me llaman mucho la atención de los lugares, las personas y todo eso”.
También gusta de recolectar objetos como piedras y fósiles. La artista suele recorrer las zonas áridas de Coahuila y tuvo en mente realizar una instalación con ello. Se trata de una especia de altar donde comparte lo íntimo.
“Todo esto lo mezclé junto con la identidad que me rodea de este semidesierto. Entonces también es una oda al desierto, a lo que era, al mar de Tetis, a todos los seres prehistóricos que estuvieron antes que nosotros. Siento que es un buen cierre hacer alusión a todas estas cosas que habitan y habitaron aquí”.