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Música en un suspiro

Música en un suspiro

Ignaz Holzbauer

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Ignaz Holzbauer fue un compositor austriaco que viviera entre 1711 y 1783. Siendo obligado por su padre, estudia derecho y teología en la Universidad de Viena. Al igual que Händel, estudia música a escondidas. Sus maestros serían los Niños Cantores de la Catedral de San Esteban. En ellos encontró la guía para estudiar, órgano, canto, violín y cello. El contrapunto y la composición les enfrenta de manera autodidacta.

Como muchos artistas alemanes y vieneses, viajó a Italia para embeberse de la tradición lírica propia de las culturas del sur. Estudia en Venecia con Vivaldi y Albinoni y en Nápoles con Nicola Porpora y Johann Adolphe Hasse. A su regreso, Holzbauer se convertiría en Kapellmeister en Moravia. Su talento y creatividad le permitieron llegar a ser el director orquestal en Stuttgart.

Más adelante sería nombrado igualmente Kappellmeister de la corte de la príncipe Elector Karl Theodore en 1753, puesto que ocuparía por más de 25 años.

Fue un compositor sumamente prolífico escribiendo unas 200 sinfonías, 18 cuartetos de cuerda, 13 conciertos de solista, 2 oratorios, 26 misas, 37 cantatas y 17 drammi per música.

Paralelamente a su labor como compositor, Holzbauer fue profundamente valorado como docente y teórico de la música.

A pesar de tener raíces germanas propias del lenguaje abstracto musical, Holzbauer se vio profundamente influenciado por la inercia de la música de programa italiana, es decir, música con la intención de hacer una descripción exacta de la naturaleza, citando por ejemplo los 4 conciertos para violín, denominados como las 4 Estaciones de Vivaldi. De ahí viene su “Sinfonía en mi bemol mayor” Op.4 Nº3, titulada La tempestà del mare.

La propuesta de Holzbauer está inmersa en un ambiente conformado por 2 grandes influencias. Por una parte, el Sturm und Drang, ese movimiento donde se da más importancia a las pasiones humanas por encima de la razón. Por otra parte, Holzbauer, se vería fuertemente influenciado por el estilo de Escuela de Mannheim, a la sazón la mejor orquesta de Europa.

Además, esta escuela se caracterizó por grandes matices y expresividad orquestal que será sin duda la raíz del lenguaje musical en el Romanticismo. En este sentido, Holzbauer escribiría en la década de 1770, y dedicados a su príncipe elector, 4 conciertos para flauta y orquesta de cuerda. Son obras de una serena y equilibrada belleza clásica. Son de una elegancia exquisita que combina la sobriedad polifónica germana con el lirismo italiano. Holzbauer es una especie de síntesis del pasado y del futuro. Del pasado porque alberga la riqueza contrapuntística alemana y la gracia italiana, pero al mismo tiempo anuncia la llegada del Romanticismo proyectando la emoción y pasión humana extrema. Ignaz Holzbauer en un Suspiro.

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