Un hombre se puso a buscar una aguja en un pajar. Difícil empeño es ese, ya se sabe, pues pocas cosas hay tan difíciles como encontrar una aguja en un pajar.
Buscó año tras año, buscó toda su vida; recorrió cientos, miles de pajares, pero en ninguno halló a la aguja.
Desesperaba ya cuando un día, en un pajar olvidado, halló a la aguja. Ahí estaba, sin punta ya, oxidada, cegado su único ojo por el orín del tiempo. Entonces el hombre supo que, en efecto, es difícil hallar una aguja en un pajar, pero que eso, a más de difícil, es también inútil.
Escribió entonces un consejo a sus hijos: "No gasten su vida en buscar una aguja en un pajar. Busquen algo que sea de provecho".
Un útil pensamiento es ése. Y dar con un pensamiento útil es más difícil que encontrar una aguja en un pajar.
¡Hasta mañana!...