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Los peros

Seamos francos, nos llenamos de amistades que no atendemos por mil y un razones, algunas válidas y otras solo evidencian la falta de interés para acercarte a una cita o a una reunión.

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MARCELA PÁMANES

Aunque nos tomemos a chiste el tema de lo difícil que es ponerse de acuerdo para que los grupos de amigos coincidamos, es, más allá de los memes y los videos, algo para reflexionar.

Es verdad que andamos tan dispersos, que tenemos tantas actividades, que somos desorganizados, que el tiempo no alcanza para nada (que no quieras hacer). Es de suyo significativo que cuando nos lo proponemos sacamos adelante proyectos, reuniones, compromisos y nos sobra tiempo para ir al salón, comprar algo de última y hora y llegar a donde pactamos puntuales.

Seamos francos, nos llenamos de amistades que no atendemos por mil y un razones, algunas válidas y otras solo evidencian la falta de interés para acercarte a una cita o a una reunión. El tema es que para no ir a algún lado siempre tenemos pretextos como: el trabajo, los niños, el cansancio, el dolor (que casualidad que nunca te duele nada y de pronto te duele todo), el empalme de las citas, el dinero y más.

Ya sabemos que alguien no quiere verte, cuando en el estira y afloja de poner fecha terminan diciendo graciosamente, “bueno, nos hablamos para ponernos de acuerdo”, olvídalo, eso no va a ocurrir, como si no trajeras la agenda en tu celular y no supieras que día tienes libre. O el típico “urge vernos” para ponernos al día y la realidad es que tienes meses y años que no cruzas una conversación a fondo con la persona. Otra excusa infalible es la surge de última hora, al cuarto para las 12, “me enfermé del estómago”, “tengo la peor fuga de agua que ha habido en la historia y justo a esa hora viene el plomero”

¿No será más fácil decir no tengo ganas? ¿No será más pertinente compartir alguna desavenencia familiar que te trastornó el ánimo? ¿No será más honesto decir no tengo dinero para ir a comer a un restaurante?

La sinceridad falta a la cortesía, eso es lo que creen muchos, o bien nadie tiene por qué saber lo que te pasa, o sea, guardar silencio se parece mucho a mentir. A todos nos ha pasado, el que diga que no, se sigue escudando en las verdades a medias, puede ser que algunos argumentos sean más poderosos que otros, pero eso no quiere decir que no hayamos tenido que apelar a nuestra parte creativa para justificar nuestra ausencia.

Pasa también que recurrimos a la mentira cuando no queremos que una persona se entere de que vamos a ir a otro lado con grupos distintos y esto ocurre porque no queremos que se vayan a “sentir” o vayan a concluir que preferimos estar con las otras amistades. ¡Puros malabares! El origen de ello, es el miedo, sí, como lo lees, el miedo.

Tenemos miedo a que nos dejen de invitar, a que el otro crea cosas que a la mejor sí son, pero de todos modos preferimos que no se entere de la verdad, miedo a que nos juzguen, miedo a ser apartados, miedo a que hablen mal de nosotros cuando no estemos, miedo a ser incomprendidos, miedo a que descubran nuestras debilidades, miedo a no pertenecer. Entonces si actuamos con miedo actuamos tratando de defendernos y muchas veces lo hacemos a costa de hacernos víctimas, a final de cuentas lo que importa es deshacernos de la responsabilidad que implica faltar a un compromiso.

Los peros refieren inconvenientes, reparos o defectos y si lo usas como conjunción adversativa indican oposición, restricción y objeción. Mala cosa te espera cuando dices: si voy, pero voy a llegar tarde, tengo muchas ganas de estar con ustedes, pero no voy a poder ir, yo apreciaba tanto, pero después de que no fue a mi evento ya no la quiero en mi vida.

Usar menos peros, más verdades, más claridad, más coherencia, implica haber pensado en ello y tomar la decisión de hacerlo, cuidar como dices las cosas, pero siempre argumentar partiendo de la realidad, hay días que amanecemos fatales emocionalmente y es imposible tener la fuerza para recomponerte y hacer como que no pasa nada, hay días en que todo lo ves claro y estás dispuesto a sacrificar horas de descanso en aras de la amistad. Busca estar bien contigo y todo lo demás vendrá por añadidura y no quieras ser ajonjolí de todos los moles porque tiene un precio y alto: encontrar siempre disposición, tener siempre ganas y tener siempre recursos para asistir con dignidad a donde quiera que te inviten.

Así que sin excusas, sin peros, toma las riendas de tu vida.

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Escrito en: peros Marcela Pámanes

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