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Laura Alcoba y la última palabra

La novela La Casa de los Conejos (2007) [...] refleja el testimonio de primera mano de la experiencia de una menor forzada a vivir el paso de sus padres a la clandestinidad.

Laura Alcoba y la última palabra

Laura Alcoba y la última palabra

VICENTE ALFONSO

El 24 de marzo de 1976, tras un golpe de estado en donde fue derrocada María Estela Martínez de Perón, las fuerzas armadas tomaron el poder en Argentina. Comenzó así un período de siete años en donde sucesivas juntas militares gobernaron el país apoyadas en una “despiadada campaña anticomunista” que se basó en la represión, tortura, ejecución y desaparición de personas, y que resultó en un número indeterminado de víctimas que se calcula entre 10 mil y 30 mil, sumando desaparecidos y asesinados.

Resulta significativo que una de las primeras acciones de la junta militar fue emitir, durante las primeras horas del nuevo régimen, un comunicado que constituía una amenaza velada contra la población, pues contenía dos “recomendaciones”: por un lado “el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial”, y por otro “extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones”.

Tal como señaló el escritor y periodista Rodolfo Walsh en su Carta abierta a la junta militar, difundida en el primer aniversario del golpe de estado, uno de los aspectos más relevantes de dicha campaña consistió en una férrea censura impuesta a la prensa.

No obstante, como ha apuntado la socióloga argentina Elizabeth Jelin, incluso en contextos donde el Estado coarta la libertad de prensa, “siempre habrá otras historias, otras memorias e interpretaciones alternativas y subterráneas en la resistencia, en el mundo privado, en las catacumbas”. Un ejemplo de esas memorias alternativas lo encontramos en Evita Montonera, revista clandestina cuya elaboración y distribución resulta central en la novela La casa de los conejos (2007), de Laura Alcoba, que refleja el testimonio de primera mano de la experiencia de una menor forzada a vivir el paso de sus padres a la clandestinidad.

“Hay estrategias sutiles, demasiado sutiles. A veces, incluso, salvajes. Estrategias para dominar a los otros y tener la última palabra”, concluye la voz narrativa en la penúltima página de la novela de Alcoba. Se trata de una obra de raíz autobiográfica, pues toma como base experiencias reales: cuando era niña vivió en la clandestinidad con sus padres, militantes de la organización Montoneros, en la ciudad argentina de La Plata.

La voz narrativa corresponde a un narrador-personaje: una Laura adulta que relata los hechos desde un futuro distante. La propiedad donde Laura y su madre se refugian, conocida también como Casa Mariani-Teruggi, está ubicada en la calle 30 en la ciudad de La Plata, y es descrita en la novela como un lugar “de importancia estratégica” para la resistencia, pues es la sede de la principal imprenta clandestina del país: allí se replica la ya mencionada revista Evita Montonera. Prueba de que la junta militar también atribuía una destacada relevancia a ese lugar, es el hecho de que el 24 de noviembre de 1976 fue objeto de uno de los operativos más cruentos desarrollados durante la dictadura.

De este modo, en paralelo a la lucha armada, es posible hablar de una disputa en el plano informativo: frente a las versiones oficiales ampliamente difundidas, y pese a la prohibición expresa de la junta militar, circularon por vías clandestinas relatos alternativos que tenían como fin documentar atropellos a los Derechos Humanos, así como servir de contrarrelato a la narrativa oficial, es decir, probar que los hechos ocurrieron de manera distinta.

Una de las formas como esta pluralidad de narrativas está representada en la novela de Alcoba aparece en la página 117, cuando Laura-niña narra cómo uno de sus pasatiempos es construir crucigramas a partir de palabras y frases que escucha con frecuencia pero que no termina de comprender: “Yo quería también darle una sorpresa imaginando palabras que, al entrecruzarse, hablaran un poco de lo que nos sucedía”.

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