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Columna

La historia universal no existe

ENRIQUE KRAUZE

ÁTICO

Los libros de texto ignoran la historia mexicana, y la mundial.

"Hay dos formas del conocimiento -decía el Doctor Johnson- saber algo o saber dónde buscar ese algo". Ahora buscar es muy sencillo: basta preguntar. A través de YouTube, niños muy pequeños con una mínima curiosidad pueden aprender de manera divertida cualquier materia. Si lo que quieren aprender es la historia universal, existen muchos sitios que ofrecen ese conocimiento de forma sustancial, divertida y rápida. También Google, Wikipedia e incluso la Inteligencia Artificial están a disposición de quien tenga un teléfono celular, un iPad o una computadora.

Los niños mexicanos que tengan esos aparatos podrán aprender historia universal. Los que no, ignorarán que el mundo existe. Y los libros de texto gratuitos no llenarán ese vacío. Por el contrario: lo confirmarán.

Los anteriores libros de texto gratuitos de primaria incluían un volumen dedicado a la historia universal. Se estudiaba en 6º año. No hay nada equivalente en los nuevos libros de texto. El conocimiento del desarrollo de las civilizaciones y culturas en otros lugares del mundo queda fuera de los objetivos de la "Nueva Escuela Mexicana".

Antes, el alumno se acercaba a la historia universal en cinco bloques temáticos, desde el origen de la humanidad hasta el siglo XVI: I. La prehistoria. De los primeros seres humanos a las primeras sociedades urbanas. II. Las civilizaciones agrícolas de Oriente y las civilizaciones del Mediterráneo. III. Las civilizaciones mesoamericanas y andinas. IV. La Edad Media en Europa y el acontecer de Oriente en esta época. V. Los inicios de la Edad Moderna.

Ahora, el alumno termina su educación primaria sin un conocimiento real de estos periodos. De pronto, casi azarosamente, hallará alguna información sobre Mesoamérica en unas cuantas lecturas temáticas del libro Múltiples lenguajes (ML). Algunos ejemplos: ML6:18 trata sobre los "vampiros" mesoamericanos (término efectista -y eurocéntrico- para hablar en realidad de los dioses que se alimentaban de sangre humana); ML6:44 refiere algo de las deidades mexicas talladas en piedra; ML6:132 alude a la educación en el telpochcalli; ML6:196, el juego de pelota. Una lectura en ML6:236, titulada "¡Pirámides, pirámides y más pirámides!", menciona a Mesoamérica, Egipto y Oriente de manera totalmente superficial, sin ofrecer siquiera datos cronológicos de esas construcciones. Las cosas llegan al absurdo en el libro Proyectos escolares (PE6:145). Propone que los estudiantes investiguen los avances astronómicos de civilizaciones como la maya, la zapoteca y la mexica, y de aquellas que se desarrollaron en Egipto, Babilonia, Grecia, China y Roma. ¿Cómo podrán ejecutar esa tarea en ausencia del contexto histórico?

¿Qué ignorarán los niños que concluyen su educación primaria? Entre otras cosas (que antes aprendían) no sabrán cómo el hombre fabricó sus primeras herramientas y se hizo sedentario. Tampoco la manera en que surgió la escritura, ni cómo se desarrollaron las primeras grandes civilizaciones en Mesopotamia, Egipto y China. Grecia y Roma les serán ajenas, lo mismo que la civilización inca. No significarán nada el Imperio mongol ni los intercambios comerciales entre Oriente y Occidente. La caída del Imperio romano, la Edad Media, Bizancio, la expansión musulmana y turca, el Renacimiento, serán hojas en blanco. Nada de eso se enseñará en las escuelas primarias de nuestro país.

Los niños que acudan a escuelas privadas podrán quizá evadir ese vacío. En esos colegios se enseñará, como se ha hecho siempre, historia de México e historia universal. Se utilizarán textos anteriores o textos alternativos. Contará mucho la preparación de los maestros y la atención responsable de los padres.

En cambio los niños cuyos padres no puedan costear una educación privada crecerán aislados, ensimismados, empobrecidos. Apoyados en unos cuantos conocimientos sobre las culturas mesoamericanas (en buena medida leyendas de su libro de lecturas) quedarán listos para que sus profesores de secundaria, siguiendo la doctrina de los actuales libros de texto, alienten en ellos el espíritu de los "verdaderos maestros": no Justo Sierra, José Vasconcelos, Narciso Bassols o Torres Bodet sino Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas.

Gane quien gane las elecciones, tendrá que corregir inmediatamente esta aberración.

www.enriquekrauze.com.mx

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