Desde niño se aprende que las represalias son el pago habitual para quien denuncia lo oculto, que los libros tienen tesoros secretos, que la conciencia tiene una alianza con su obra y ambos establecen un diálogo silencioso, que los placeres pueden ser adorados como condenados y cuando evoluciona el hombre define que el futbol no existe, que solo es un negocio y que los jugadores, como mercancías de marca famosa, son del mejor postor.
Nadie puede escapar de ser lo que es y nadie puede fingir que es inocente del diluvio que lo inunda. Santos Laguna acude al libro cotidiano que indique cesar a su DT cuando el caos está encima pero deslizando sus propias culpas, pues como tradición ha vendido a sus joyas (Benítez, Oribe, Darwin, Cabecita, Sánchez, Araujo) y últimamente a Valdés y Gorriarán, por muchos millones de dólares. Eso hace que sienta hoy que va al infierno y provoca el hastío y repudio popular, más cuando los muchachos que trajo, son pólvora mojada.
¿Cesar al técnico le dará un revulsivo definitorio? Eso solo es una medida tradicional porque en el medio no hay magos y lo que ellos necesitan es una sacudida total y un examen de conciencia, viendo los videos de los chicos que trajeron, como ese muchacho Emerson que a pelota parada se deja ganar por Escamilla en segundo palo en forma inocente, como igual se fallaron oportunidades frente al arco. ¿De esa incapacidad tiene culpa Fentanes? Debemos quedar con el conocimiento de que el futbol, solamente pasa por los jugadores y nadie más.
Porque este juego finalmente es un mosaico de máscaras e identidades, con gente que da energía y otros que la quitan, con detalles de un paisaje de diferentes escenarios, que tiene bosques donde el silencio es siempre doble pero también donde las palabras son poderosas e igual donde las hay de insulto y sarcasmo. Donde se busca un estilo donde la estética sea la ética.
Quizá también el carácter entra a un estadio de genio y mal humor porque desde la mañana dominical vemos solo astros del otro lado de la mesa, como los de Blue Jays, con Bo Bichette, tremendo parador en corto, luego Vladimir Guerrero, Daulton Varsho, Matt Chapman, George Springer y el cátcher mexicano Alex Kirk, superior a nuestros Higashioka y Treviño en unos Yankees donde salvo el astro Cole luce pero el resto del staff flaquea. El domingo el caballo Kevin Gausman de Azulejos, los sujetó en solo tres hits en siete entradas, con once ponches, que fueron repartidos entre Rizzo, Judge, Gleyber y Volpe en la confusa e irregular cuadrilla de Aaron Boone.
Se debe entender que el éxito a veces escapa y el deporte es como la vida, donde la gente lucha por escapar de la miseria y en esa batalla, el hombre se da perfecta cuenta de que ser pobre va más allá de las carencias materiales. Es verse y sentirse como inferior.
