En la naturaleza cuando una hembra recién acaba de tener a sus crías, ésta se vuelve muy territorial y sobreprotectora de sus hijos, al grado de enfrentar a adversarios de igual fuerza o inclusive superiores a ella, o bien se pone de presa para distraer al atacante y que la persiga a ella aun a riesgo de perder la vida, todo por proteger a su madriguera, a su cueva o a su nido que es donde se encuentra lo más preciado para ella… su descendencia.
Sin embargo, esta misma hembra que cuida con esmero a sus hijos, llegado el tiempo después de cierta edad y enseñanzas, motiva a sus vástagos a que la abandonen y si no es así, ella misma los deja para que se valgan por sí mismos, inclusive existen aves que a determinada edad abandonan el nido o bien empujan a sus polluelos para que emprendan el vuelo por sí solos, a riesgo de que éstos mueran, si no aprendieron la lección de madurar, crecer y saber volar ante la vida.
En las personas ocurre lo contrario, primero sobreprotegemos a nuestros hijos, y después nos sentimos mal porque no tienen la experiencia ni la "maldad" mínima que se necesita para poder subsistir a los problemas que a diario se presentan en la vida.
Queremos que nuestros hijos sean líderes, pero intentamos pelear sus batallas como por ejemplo reclamamos o cuestionamos al maestro, "¿por qué no le puso una calificación mejor?" o "¿por qué no lo tomó en cuenta para tal o cual equipo?" o "¿por qué no lo escogió para el coro?", etc.
Si algún niño molesta a nuestro hijo de inmediato vamos a quejarnos con el maestro o con la mamá del niño o niña que molestó a nuestro retoño, creo que ahora se le llama "bullying" (por cierto que eso siempre ha existido), y lo llevamos con el psicólogo a terapia para que no se traume o lo dejamos descansar en casa porque el día de ayer estuvo muy pesado.
Cuando llega la época del "destete", es decir cuando nuestros hijos empiezan a vivir y a enfrentarse a la vida por sí solos, éstos se sienten frustrados, desplazados o mal pagados, pues se empiezan a dar cuenta que la vida sin la protección de los padres es muy dura y no tienen armas ni experiencia para defenderse.
Los padres en los humanos a diferencia del reino animal, los seguimos sobreprotegiendo pues pensamos: "Pobrecito de mi hijo le tocó mala suerte, le tocó mala época" o "Su novia o su esposa no lo ayuda", o "Su amigo no le echa la mano".
En lugar de que nuestros hijos, tomen la medicina amarga que la vida nos da, como pequeñas dosis de frustración que bien entendida y digerida, los harán crecerse al castigo, o mal entendida y mal digerida esta medicina los hará enconcharse y dedicarse únicamente a estar lamiéndose las heridas que la vida les hizo, siempre culpando a la suerte de todo lo que sale mal.
Si bien, no debemos aventar del nido a nuestros hijos, sí los debemos de motivar a aventarse de él, con las alas abiertas de cara a la vida y sus retos. Pues, creo será mejor sufrir del "síndrome del nido vacío" a tener a los hijos, siempre sobreprotegidos como si fueran niñitos, creyéndose que todo lo merecen.
Y que conste que yo también tengo hijos.
Y ahora para terminar una gota de filosofía: NO LLORES NUNCA POR QUIEN NUNCA TE HIZO REÍR.