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La columna del perro

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Réquiem para Woody

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

Respondí al llamado para una consulta de un perro Golden Retriever, hace ya algunos años, y por tal razón fui a su casa porque “Woody” tenía un problema de piel. Me recibió el ingeniero quien era dueño de ese vigoroso y casi inaguantable cachorro, ya que por su gran energía esa raza tiende a ser un poco destructiva.

Energía que encausada con el tiempo se convierte en una personalidad propia, que en el caso de este ejemplar se transformó en un perro jovial, amoroso con sus dueños especialmente con el Ing. Pepe; celoso de su territorio adoptando al final un físico y un aire flemático propio de un Lord inglés.

Durante nueve años visité en innumerables ocasiones al “Woody” y casi siempre fui recibido por la señora, con quien platicaba 10 por ciento de mi visita como médico veterinario y un 90 por ciento sobre diferentes tópicos de la vida y sus avatares, pues en todas las ocasiones, me faltó tiempo, ya que ella al igual que su esposo son poseedores de una enorme cultura y conocimientos, y ni qué decir de su sentido común para ir superando los retos que la vida nos presenta, pues ellos han sido también, por sobre todas las cosas, un ejemplo de unión para todos los que los conocemos.

Ahora que te fuiste “Woody” te vamos a recordar, como todo lo querido que se nos adelanta en el camino… sólo con alegría. Cómo pagarte que fuiste el pretexto perfecto, para que mi esposa Lupita y yo, conociéramos a personas tan valiosas, que valen por sí mismos y no solo por sus posesiones, en alguna ocasión se lo hice saber así a la Sra. Io que el reconocimiento y afecto era hacia sus personas, y a su modo de ser. Cómo extrañaré las casi cátedras del Ing. en cada plática, casual que sin proponérselo me nutrían de conocimientos, como aquella que me hizo sobre los diferentes tipos de café.

Pero como todo en la vida, son ciclos el tuyo mi querido “Woody” estaba escrito que se cerrara a los casi nueve años de edad, ahora estás en otro nivel, en un nivel superior, más allá del dolor físico y las atribulaciones que nos toca vivir en este mundo.

Tus cenizas volvieron al jardín de la familia García Camil, donde siempre fuiste feliz y jovialmente le ladrabas a todo lo que se movía, serás como toda tu vida fuiste un espíritu libre, y seguirás como siempre corriendo alegremente y ladrando de aquí a la eternidad.

Y ahora para terminar una gota de filosofía: SI ALGÚN DÍA LLEGAS A DUDAR ENTRE ESTAR CONMIGO U OTRA PERSONA… POR FAVOR, NO ME ELIJAS A MÍ.

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