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Contracorriente

La ciencia que incomoda al presidente

MAITE AZUELA

La ciencia es una herramienta de desarrollo, de potenciación del acceso a servicios de salud, infraestructura, movilidad, vivienda y cualquier tema de capacidades básicas para la calidad de vida. Nadie puede negar que el conocimiento resuelve problemas sociales y que los costos de cualquier política pública efectiva siempre se reducen con ciencia. Sin embargo, suele ser intimidatoria para los que ignoran su potencial y para los que prefieren despreciarla en lugar de entenderla. Por ello las dictaduras hacen hogueras con el conocimiento y descalifican la democratización del aprendizaje.

Hay fuegos que queman lento no sólo las páginas del conocimiento, sino que excluyen del servicio que dan a la sociedad a la academia señalándola como aquella que juega un rol de opositora, con intereses creados y con desvíos de funciones.

Ayer en la conferencia matutina, la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla presentó una diapositiva para estigmatizar a 30 académicos relacionados con el Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE).

Los dineros gritan las realidades. El presupuesto de egresos para el ejercicio fiscal 2023 es muy elocuente en ese sentido. Para este año se previnieron recursos por la cantidad de $128,746,300,018 para un total de 98 instituciones, entre ellas el CIDE con una previsión de $477,105,443, es decir, un .37% de todo el rubro.

A esto hay que añadir que hay varias instituciones de las que no conocemos los resultados de la ciencia que producen. Por ejemplo, la Comisión Federal de Electricidad para investigación recibió $2,326,368,025 ¿Cuáles son los resultados o en qué se ocupa ese dinero?

Uno de los señalados, el doctor Javier Martín Reyes, opina que "gobiernos populistas desprecian a la ciencia porque el trabajo de los científicos exige pluralidad, rigor y apertura a la evidencia, y eso es contrario a la visión maniquea de la política del populismo".

Otro de los académicos señalados, el doctor Javier Aparicio, no considera que el ataque sea focalizado sino generalizado a toda la academia en varias instituciones: "Nos usan de ejemplo: 'si protestan, si nos critican, los vamos a tratar como al CIDE'".

Lo cierto es que al presidente no le gusta la academia que usa la ciencia para pensar la realidad del país. Los académicos que nos explican por qué la militarización es inconstitucional o por qué lo que hicieron el viernes sus senadores no se ajusta a la doctrina legislativa, parecen acomplejar a más de uno. Hoy en día solo se celebra aquella ciencia que sirve como referencia para construir aeropuertos inoperantes o disfrazar los datos de una pandemia.

Twitter: @MaiteAzuela

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