Los ataques contra Israel provenientes de la franja de Gaza, el asalto de las brigadas de Hamás y de la Jihad Islámica, combinando el lanzamiento de miles de cohetes y misiles, la vulneración de la cerca fronteriza, la rápida penetración e infiltración de combatientes palestinos, logrando adentrarse decenas de kilómetros usando vehículos, alcanzando comunidades y ciudades israelíes, siendo capaces de superar puestos militares, enfrentar y eliminar soldados, atacar y abatir civiles, capturar a cientos de ellos, tomándolos como rehenes, secuestrar y trasladar cuerpos de soldados israelíes muertos y asesinar a mansalva a grupos de civiles, han puesto a Israel en estado de shock.
Tan inesperados acontecimientos vienen a agravar, por sus extensos, trágicos e imprevisibles alcances, la crítica situación que viven palestinos e israelíes desde hace años, extendida a los países vecinos. El mundo está sobresaltado ante una posible guerra abierta en Medio Oriente. Las medidas de retaliación del gobierno israelí han comenzado con bombardeos contra objetivos militares y civiles en la franja, así como con operaciones de rastreo para neutralizar, capturar o expulsar a los invasores, con el fin de asegurar a la población civil y recuperar la iniciativa. Luego de haber declarado el estado de guerra contra Hamás -no en contra del pueblo palestino- ha puesto sitio total al enclave. La suspensión de servicios básicos y el llamado a filas de 300 mil reservistas presagia una incursión militar terrestre a gran escala, con cobertura aérea y naval, que podría conducir a su reocupación. Ello traerá más violencia y agregará otros miles de víctimas mortales y heridos entre la población civil palestina, que terminarán por sumarse a los miles de víctimas mortales de los últimos 5 días, que, por primera vez, son en su mayoría, civiles israelíes.
Tanto el primer ministro, el gabinete y las Fuerzas de Defensa de Israel, como sus servicios de inteligencia, la población fueron sorprendidos, hecho difícil de creer para la diáspora judía, dadas sus reconocidas capacidades preventivas y disuasorias. Los ataques en una fecha preseleccionada indican una acción ofensiva planificada y preparada con antelación, aprovechando una festividad judía para rememorar, deliberadamente, los hechos sorpresivos que dieron inicio, hace 50 años, a la guerra del Yom Kippur.
Frente al justificado clamor de la opinión pública mundial, ante la horrenda tragedia de las víctimas y sus familias y los miles de heridos, las reacciones de condena por parte de individuos y miembros de la comunidad internacional, y las reverberaciones ante la estupefacción, el dolor y la ira alrededor del mundo rechazando los actos terroristas, es necesario establecer los elementos fundamentales, apuntar a los antecedentes, tratar de explicar y comprender mejor, el porqué de los acontecimientos, el contexto y sus posibles implicaciones, sin adelantar juicios, tomar partido o pretender trazar escenarios.
Ello, sin ignorar las frecuentes advertencias, disputas y reclamos, los llamados a la venganza, a condenar o a defender a unos y a otros, exigiendo tomar partido, en medio del alud de noticias, despachos de prensa, reportajes e informaciones que circulan al instante en todo el mundo, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, sin dejar de lado los comunicados oficiales de numerosos gobiernos expresando su condena, preocupación o consternación; ni perder de vista las posturas y opiniones enfrentadas, unas en favor del legítimo derecho de Israel a defenderse ante actos terroristas y de barbarie, otras en contra de presuntas motivaciones detrás de actos injustificables de violencia, como un llamado desesperado para volver a poner en un primer plano de la agenda internacional la prolongada violación de los derechos inalienables del pueblo palestino, luego del abandono del mundo por su causa para establecer un Estado independiente, política y económicamente viable, que coexista en paz con Israel, con fronteras seguras y reconocidas internacionalmente.
El conflicto palestino israelí es un viejo conflicto, que permanece sin resolverse a pesar de los enormes y prolongados esfuerzos multilaterales. Un conflicto recurrente que amenaza la paz y la seguridad internacionales, intratable mientras se mantenga el desastroso statu quo. La franja de Gaza es parte de los territorios palestinos ocupados, gobernada desde 2007 por Hamás, una de las facciones extremistas palestinas, establecida como bastión de la resistencia palestina a la ocupación israelí, la cual subsiste de facto desde 1967. Hamás gobierna por separado de la Autoridad Nacional Palestina -tan carente de legitimidad- en una reducida superficie de 365 kilómetros cuadrados, sobre una población de más de 2 millones de personas, que viven encerradas, sujetas al férreo bloqueo impuesto por Israel desde 2007, y que, a diferencia de los territorios ocupados en Cisjordania, vive confrontándose con la potencia ocupante. Israel se retiró de Gaza, unilateralmente en 2005.
Israel lleva meses polarizado; sacudido por protestas y manifestaciones masivas en contra de una impopular reforma judicial impulsada por Netanyahu, con un incremento notable de los asentamientos ilegales, con recurrentes operaciones contra pobladores palestinos y redadas contra militantes, con actos de violencia por parte de colonos judíos, ataques terroristas ejecutados por jóvenes palestinos y atentados en contra de ciudadanos israelíes, junto con frecuentes incidentes de judíos ortodoxos y constantes provocaciones en la Mezquita Al Aqsa. Tampoco pueden ignorase los procesos de normalización en curso de las relaciones entre Israel y Arabia Saudita y otros países árabes, alentados por Estados Unidos, el innegable apoyo de Irán y Qatar a Hamas, o el eventual y peligrosísimo involucramiento de Hezbolá.
Ha estallado otra tremenda explosión en un mundo hundido en el desorden.
@JAlvarezFuentes
