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Indispensable fortaleza para el cambio

JULIO FAESLER

Con la olímpica tranquilidad se nos dice que el país vive en paz, tranquilidad y seguridad.

Los datos son diferentes. Más de la mitad del territorio nacional está bajo el control de las mafias y las carreteras más importantes en manos de delincuentes. Los choferes amenazan paros antes de seguir arriesgando sus vidas a la vista de autoridades inexistentes y de una confusión de militares que no se sabe si actúan como un cuestionado ejército o armada, o como una siempre indefinida Guardia Nacional.

Díganlo o no los infelices inmigrantes que tienen el infortunio de llegar ilusionados a nuestro país esperando pasar a la tierra prometida, después de pagar miles de dólares por su protección. Las mafias los acosan y traicionan abandonándolos a los riesgos de una ignorada muerte bajo el abrasador desierto o asfixia en camiones convertidos en tumba. Ninguno de los dos gobiernos acierta una solución.

LA CONTRADICCIÓN DE DATOS.

La economía del país es un misterio. En un momento estamos en un alegre crecimiento nacional, que la inflación cede mientras que los precios de los víveres a diario aumentan. Las remesas aumentan gracias a la solidaridad de los afortunados familiares que escaparon a una nueva vida allende del Bravo.

El gobierno se ufana de aumentos en los salarios y las grandes empresas se congratulan de sus exportaciones mientras el gobierno deteriora las ventajas del T-MEC. Las calificadoras internacionales rebajan nuestro grado de confiabilidad que Hacienda se hace ingeniosas machincuepas financieras para costear las infladas inversiones en proyectos sin futuro. Nadie evita que suba el costo de la cuenta de nuestra deuda exterior.

Un caso más. El de la Secretaría de Educación que destapa una supuesta reforma educativa lejos de las esperanzas de un pueblo que requiere ser orientado hacia la realización de su potencial con enseñanzas concretas sin ideologías para poder transitar por los caminos de un mundo agresivo y complejo.

Los hechos no checan con los alardes populistas del presidente.

El Estado deja la desarticulada atención de la salud popular a la caridad de los consultorios y dispensarios privados de asistencia. Ante el inocultable desastre los funcionarios se enojan y siguen machacando promesas que ya nadie cree.

El gobierno que debía ser el referente de lo confiable es el que más engaña. Exige a sus seguidores el respaldo electoral absoluto a cambio de la seguridad del apoyo económico de programas sociales deficientes y de un futuro que nunca llega. Espera una fe ciega en la quimérica transformación social diciendo que han quedado atrás los abusivos tiempos pasados y que ahora nos enteramos eran los pérfidos tiempos del neoliberalismo.

Sólo un pueblo dotado de la inagotable fortaleza puede encontrar la salida en estos tiempos de las grandes contradicciones que aterrizan en faltas en los servicios públicos más elementales realidad que el gobierno insiste en ignorar.

Ante el lúgubre cuadro actual de declaraciones sin fundamento hay que oponer la fortaleza que resiste el engaño y anima a escoger con inteligencia en las elecciones no sólo de presidente de la República, sino de legisladores, gobernadores y presidentes municipales. Se diría que es de sentido común elegir a solo quienes merecen los cargos en cuestión.

La historia nos relata que hay una tendencia en cada caso de lo contrario. Millones de ciudadanos han seguido dejando a la suerte esos cargos a los intereses corruptos de que han querido ocuparlos. Corregir la mala situación actual requiere un esfuerzo consciente.

Las elecciones que se celebrarán en junio del año entrante ofrecen la posibilidad de cambiar las cosas. Reflexionar un momento que es inaceptable creer que el voto en contra de Morena cancelará la pensión del adulto mayor y de los otros programas para jóvenes. Hay que insistir que ninguna de estas dádivas se cancelará ya que están insertas en la Constitución.

Es necesario considerar que estar incluido en esos programas no mejora las fallas del gobierno ni mucho menos los males profundamente dañinos como los de la corrupción generalizada y la violencia. Mejorar estas condiciones que se sufren no se logrará refrendándole a Morena el poder que le hemos dado.

Las condiciones de vida deplorables no se remedian con pensiones, sólo se remedian con decisión ciudadana. Hemos llegado a la situación actual por negligencia y debilidad, o bien por la buena fe ciudadana que depositó su confianza en los políticos profesionales que la traicionaron.

Por eso se requiere un auténtico convencimiento para que se realice la verdadera transformación. Un electorado valiente como el de 1910 o el del año 2000 que, convencido de la importancia de su voto, le apostó a un cambio que fue histórico. Eso mismo lo puede hacer en el 2024. Con un electorado unido y convencido de que juntos saldremos adelante.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler editoriales

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